martes, diciembre 30, 2014

Personas honestas y valientes: Itziar González y Joaquim Brugué

mi hermosa lavandería

Isabel Coixet Directora de cine

A contracorriente

Martes, 28 de octubre del 2014 - 18.01 h
Sé que no le hace falta que escriba sobre ella, pero hace tiempo que su nombre me viene a la mente cuando pienso en personas que son –o deberían ser– un referente en cualquier sociedad normal. No conozco personalmente a Itzíar González, pero es una de las mujeres barcelonesas a las que más admiro. Creo que haber estado en el cargo en el que estuvo en el Ayuntamiento de Barcelona y desde allí denunciar abiertamente, sin hacer caso de las presiones, todo lo que le parecía injusto, ilegal y poco ético es algo de lo que poquísimos cargos pueden presumir. Y no es que Itzíar presuma de nada: las escasas ocasiones en las que la he visto hablar, me ha parecido de una sencillez, coherencia, contundencia y honradez abrumadoras: los rasgos que precisamente la obligaron a renunciar a su cargo y a sufrir una campaña de amenazas que ha denunciado, pero de la que jamás ha hecho gala. Cada día aparecen en la prensa noticias que le dan la razón sobre la situación urbanística que denunció, sobre el blanqueo de dinero de algunos locales de las Ramblas, procedente de la prostitución.
Otra persona a la que tampoco conozco, pero a la que también admiro, es el catedrático de la Universitat Autònoma Joaquim Brugué. Su salida de la Comisión de Control de la Ley de Consultas porque, según su criterio, “la consulta no ofrece garantías democráticas” es uno de los actos más valientes de la historia reciente. Evidentemente, los ataques, insultos y el linchamiento general contra su persona no se han hecho esperar: traidor, cobarde, españolista, fascista..., por mentar los más leves. Simplemente, porque se ha atrevido a manifestar lo que piensa, basado en su probada formación académica y en lo que le dicta su conciencia. Y porque se ha atrevido a dimitir, cosa que en estos pagos es tan exótico como John Galliano al frente de la 'maison' Martin Margiela.
A una, le hizo el vacío su propio partido: su honradez ponía en jaque la corrupción general. Al otro, le acusan de vendido los que solo quieren oír lo que les conviene. Sé que sus casos no tienen nada que ver en la forma, pero para mí sí lo tienen en el fondo: son dos personas que piensan por sí mismas, sin miedo, que ponen su coherencia personal y sus conocimientos al servicio de la sociedad, no al servicio de los intereses espurios de los partidos o de los Gobiernos. Y que por ello, por ir a contracorriente, se les castiga, se les insulta, se les amenaza y se prescinde de ellos. Porque, tristemente, estas dos personas son la excepción. La corriente ahora es gritar, agitar banderas, demonizar, manipular y descalificar. Y todos los que nos quedamos en silencio, perplejos, atónitos y cavilando, somos unos putos aguafiestas –a los que si pudieran lapidarían–, que no hemos visto la luz.
Para mí, la luz está en gente como Itzíar González y Joaquim Brugué. Gracias por iluminar esta oscuridad cegadora.

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