jueves, junio 18, 2009

Se endurece Irán y silencia a la prensa.

Los cambios en Medio Oriente / Reacción de las autoridades ante la ola de protestas. Se endurece Irán y silencia a la prensa
Prohibió a los medios extranjeros cubrir las marchas opositoras; se negó a anular las elecciones, pero aceptó un recuento de votos. La Nación. Miércoles 17 de junio de 2009 |
TEHERAN.- En medio de los crecientes disturbios en Irán, donde opositores y oficialistas volvieron a medir sus fuerzas ayer en las calles, las autoridades iraníes lanzaron una campaña de arrestos de dirigentes reformistas y amordazaron a la prensa extranjera, sobre la que pesa la prohibición total de cubrir cualquier manifestación de apoyo al líder opositor Mir Hossein Moussavi, quien denuncia fraude en los comicios del viernes pasado.
En tanto, en lo que pareció ser la primera concesión de las autoridades iraníes al movimiento de protesta, el principal cuerpo legislativo de Irán dijo que estaba preparado para un recuento parcial de los votos, pero descartó la anulación de la elecciones, en las que, según los resultados oficiales, el presidente Mahmoud Ahmadinejad obtuvo la reelección.
El departamento de prensa extranjera del Ministerio de Cultura de Irán informó en un comunicado enviado por fax a todas las oficinas de prensa extranjera que "eviten seriamente" informar sobre cualquier evento que no haya sido autorizado directamente por el Ministerio.
La prensa extranjera cubrió ampliamente las marchas de protesta del lunes contra los resultados de los comicios, a las que asistieron por lo menos un millón de personas. La red de telefonía celular volvió a quedar interrumpida ayer, una medida que el gobierno aplica de forma regular desde el día de las elecciones. Además, la organización internacional Reporteros Sin Fronteras informó de la detención de algunos periodistas, así como del bloqueo de páginas web y del apagón momentáneo de emisoras radiofónicas.
En tanto, los seguidores de Moussavi volvieron a salir a la calle ayer en otra gigantesca marcha en el norte de Teherán, desde donde se dirigieron a la sede de la televisión estatal. Los manifestantes llevaban carteles que decían "Silencio, calma", luego de que Moussavi anuló una protesta en la plaza Valiasr para, según dijo, evitar que se repitieran los disturbios que el lunes le costaron la vida a siete manifestantes.
En ese momento, convocadas por un organismo oficial, miles de personas se manifestaron en el centro de Teherán en apoyo al ultraconservador Ahmadinejad, que según los resultados oficiales se impuso en los comicios con el 63% de los votos.
Tras el desfile, los organizadores acusaron a "los enemigos, principalmente Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel" de injerencia en los asuntos iraníes, de conspirar contra el gobierno y de "ofrecer apoyo mediático a los grupos enemigos, a los alborotadores sociales y políticos que intentan alimentar el caos en la República Islámica".
Por otro lado, las autoridades iraníes reforzaron su política represiva contra los disidentes y multiplicaron las detenciones. Ayer fue arrestado un colaborador del ex presidente Mohammed Khatami, Sayyed Mohammed Ali Abtahi. Fuentes de la oposición dijeron que otro líder político, Saeed Hajjarian, aliado de Moussavi, fue detenido por la mañana. Las autoridades policiales dijeron a la agencia Fars que grupos "antirrevolucionarios" fueron encontrados en posesión de explosivos y armas.
En tanto, el líder supremo de Irán, el ayatollah Ali Khamenei, se declaró favorable, "si es necesario", a un recuento parcial de los votos de las elecciones presidenciales. Los 12 miembros del Consejo de Guardianes se habían pronunciado en el mismo sentido. El órgano de poder, que debe validar los resultados, no detalló, sin embargo, cuántas urnas van a ser escrutadas nuevamente, qué porcentaje de voto representan y por cuánto se va a prolongar este proceso.
A medida que se agrava el conflicto en Irán, quinto productor de petróleo, la preocupación mundial se hace sentir de forma más clara.
El presidente estadounidense, Barack Obama, expresó que tenía "profundas preocupaciones" por las elecciones iraníes, pero dijo que no considera provechoso inmiscuirse en la política interna del país. Además, estimó que "la diferencia en términos políticos reales entre Ahmadinejad y Moussavi no es tal vez tan grande como se dice".
La Comisión Europea, en tanto, afirmó ayer que estaba "muy preocupada" por la situación. Agencias AP, AFP, EFE, ANSA y DP
18.06.2009 | La supervivencia de los ayatollahs ante la furia popular
18.06.2009 | La oposición iraní redobla la apuesta

* Los manifestantes iraníes utilizan Twitter para hacer oír sus voces

IRAN: NO ES IMPOSIBLE ANULAR RESULTADO, dice el CONSEJO de Guardianes
TEHERAN, 16 (ANSA) - El Consejo de los Guardianes iraníes afirmó hoy que "no es imposible" cancelar el resultado de las elecciones presidenciales del viernes pasado, y aseguró que está "listo" para el recuento de votos.
El portavoz del Consejo de los Guardianes iraníes, Abbas Ali Kadkhodai, afirmó hoy que "no es imposible" que el consejo decida cancelar el resultado de las elecciones presidenciales del 12 de junio pasado, "si existen pruebas de irregularidad".
Por otra parte, el consejo dijo estar "listo" para el recuento de votos de las elecciones que determinaron la victoria de Mahmud Ahmadinejad.
El consejo encontró que el recuento de las boletas podría determinar un cambio en los porcentajes obtenidos por los candidatos en las presidenciales.
El candidato reformista Mir Hossein Mousavi hizo un llamamiento ayer al Consejo para pedir que las elecciones sean anuladas. (ANSA). MRZ 16/06/2009


Batalla por el poder entre ayatolás

El líder Jamenei y el ex presidente Rafsanyaní libran el verdadero pulso político

Á. ESPINOSA - Teherán EL PAÍS - Internacional - 16-06-2009

Un bajorrelieve en la necrópolis de Naghsh-e-Rostam, a las afueras de Shiraz, muestra al rey Ardeshir, el fundador de la dinastía sasánida, recibiendo de manos de un representante de Dios el anillo de oro que simboliza el poder. Hoy, 1.800 años después, el debate sobre si el poder emana de Dios o del pueblo sigue vigente en Irán. Cuando el pasado sábado el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, emitió un comunicado refrendando la contestada reelección de Mahmud Ahmadineyad, no lo hacía en tanto que político sino en su calidad de velayat-e faghih, la institución del "jurisconsulto gobernante" sobre la que el ayatolá Ruholá Jomeini fundó la República Islámica.

Una vez que Jamenei dijo que "Ahmadineyad era el presidente de todos los iraníes y que todos tenían que apoyarle", cerró las puertas al debate. Cuestionar sus palabras no suponía ya cuestionar la postura de un dirigente del que, incluso en la República Islámica, se admite que se puede discrepar. Poner en duda un pronunciamiento del líder supremo es poner en duda el velayat-e faghih, o lo que es lo mismo los cimientos del Irán posrevolucionario.
Cierto que durante la campaña los ácidos debates entre los candidatos ya sacudieron esos cimientos. Las acusaciones de corrupción que lanzó Ahmadineyad contra varios de los veteranos de esta joven república revelaban una disputa más profunda. Las diferencias en la cúpula gobernante de Irán no son una novedad. Hubo un tiempo en que se hablaba de ayatolás rojos frente a otros que no lo eran, luego se utilizaron las etiquetas de conservadores y pragmáticos, y finalmente de reformistas y fundamentalistas. Pero hasta ahora, los trapos sucios se lavaban en casa y el líder se mantenía al margen ejerciendo de árbitro.

Ahora, el alineamiento de Jamenei con Ahmadineyad no sólo ha roto las reglas del juego sino sacado a la luz la gravedad de las diferencias entre dos sectores del régimen. Hasta tal punto, que uno de ellos está dispuesto a poner el poder emanado del pueblo por encima de los designios divinos interpretados por sus representantes en la tierra. No nos engañemos, Mir Hosein Musaví es un hombre del sistema. Si no hubiera sido así, nunca hubiera recibido el visto bueno del Consejo de Guardianes, una especie de cámara alta designada que tiene que sancionar tanto a los candidatos a la presidencia y al Parlamento como las leyes que aprueban los diputados. Sólo 4 de 475 pasaron su veto.

El pulso político que lidian Ahmadineyad y Musaví es en realidad una reedición de la lucha que libran por el control de la República Islámica el líder supremo y el segundo hombre más poderoso de Irán, el ayatolá Alí Akbar Hachemí Rafsanyaní. Quedó claro en el momento en que Ahmadineyad atacó a Rafsanyaní y Mohamed Jatamí por apoyar la candidatura de Musaví y, curiosamente, también tachó de corrupto a Nateq-Nurí, un clérigo conservador que en 1997 perdió las elecciones frente a Jatamí.

Ligeras diferencias ideológicas aparte, los tres clérigos tienen algo en común. Representan a la vieja guardia de la revolución, una generación que se ha acomodado y comprendido la necesidad de apertura del país para mantener el sistema en el que se asientan su poder y su influencia. Es de esa generación de revolucionarios de primera hora de la que han salido los reformistas más radicales. Ahmadineyad representa una segunda hornada. Eran más jóvenes cuando tuvo lugar la revolución, se curtieron en la guerra contra Irak y han llegado al poder mucho más influidos por la experiencia militar. Algunos observadores han advertido de una militarización del Estado durante el primer mandato de Ahmadineyad y temen que su consolidación se convierta en una dictadura.

La batalla por el futuro de Irán no se está librando en las calles de Teherán. La verdadera batalla es una partida de ajedrez entre Jamenei y Rafsanyaní. Pero llegado el momento ninguno de los dos va a poder ignorar el peso de los iraníes en las calles.


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