jueves, octubre 09, 2008

Cómo hablar de los libros que no se han leído (Anagrama) Pierre Bayard

Cómo hablar de los libros que no se han leído
¿Quiere hablar de clásicos inmortales sin tener ni idea? ¿Impresionar a sus amistades citando el ‘Ulises’? ¿Ser el perfecto lector de solapa, el hojeador de obras universales definitivo? En estas páginas le contamos cómo...
...Aunque no hay malicia en su comportamiento, según Bayard, sino pura higiene mental e instinto de supervivencia. Los suplementos de libros de los sábados tratan más novedades de las que una redacción puede humanamente digerir en una sola semana. Eso sin contar relecturas, rescates y citas tangenciales. Desde la comprensión y la piedad, Bayard sale en defensa de un gremio que, dicho sea de paso, tampoco trató especialmente bien su libro cuando se publicó en Francia ("hubo quienes entendieron la humorada y quienes no", explica).
Quienes acudan a este libro para encandilar a sus profe­sores, amigos o amantes con disquisiciones librescas ad­quiridas sin esfuerzo, habrán cometido un error: el ensa­yo de Bayard es en realidad una estimulante reflexión a propósito de qué significa la lectura. Para resolver ese enigma, el autor se impone como tarea desenmascarar uno de los tabúes sociales más extendidos: el hecho de que en algún momento de nuestras vidas todos haya­mos fingido haber leído un libro que nunca fue abierto. Bayard no sólo asume con naturalidad nuestra sempi ­terna condición de no-lectores (por mucho que seamos devoradores de libros, el número de lecturas pendientes siempre será mayor), sino que convierte esa en aparien­cia vergonzante no-lectura en el núcleo mismo de la lec­tura y, mediante un bucle paradójico, no duda en invo­car las intuiciones contenidas en libros de Musil, Wilde, Valéry, Montaigne o Lodge acerca de la fecundidad del olvido, la inconveniencia de la lectura o la capacidad creadora del lector (o no-lector). «Bayard no está tan interesado en que la gente lea los libros de otros como en el hecho de que toda lectura (o no-lectura, o lectura imperfecta) contenga una dimen­sión creativa y en que, para todo libro, el lector ponga siempre algo de su parte» (Umberto Eco).

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