miércoles, julio 30, 2008

PLANTAS MEDICINALES Curar con naturalidad

PLANTAS MEDICINALES Curar con naturalidad
Han dejado de ser el menospreciado remedio de la abuela para convertirse en un efectivo aliado en el tratamiento y la prevención de numerosas dolencias. El siguiente reto es que los médicos las prescriban con más frecuencia y se vendan sólo en las farmacias.

Imagine que va al médico con dolor en las articulaciones y que sale de la consulta con una receta de jengibre. Hace un par de siglos, eso hubiera sido normal. Luego, con la llegada de los fármacos de síntesis, las plantas conocieron una larga época de ninguneo por parte de la medicina `oficial´, que dejó incluso de incluir la fitoterapia en sus planes de estudio (y ello aunque más de 120 importantes fármacos actuales derivan de plantas). A pesar del desdén (en España, únicamente la carrera de Farmacia incluye estudios de fitoterapia) y en gran parte por los efectos secundarios que empezaron a asociarse a los fármacos de síntesis (sólo en Europa se contabilizan decenas de miles de muertes al año por consumo de fármacos correctamente recetados) y, también, por el déficit de fármacos preventivos (la mayoría de los medicamentos se diseña para combatir la enfermedad una vez declarada, no para prevenirla), la fitoterapia ha vuelto a ser objeto de deseo en Occidente.

No hay más que echar un vistazo a las ventas: el mercado de la fitoterapia mueve hoy alrededor de 7.000 millones de euros anuales en Europa... y las cifras no paran de crecer. Incluso en España (a años luz de Alemania y Francia, que tienen cifras de venta ocho y seis veces superiores), las ventas en los últimos años están experimentando crecimientos anuales del 10 y hasta del 20 por ciento. Según una reciente encuesta del Infito (Centro de Investigación sobre Fitoterapia), uno de cada tres españoles toma hoy plantas medicinales de modo habitual. El crecimiento ha tenido reflejo en Arkopharma (¡2.000 millones de cápsulas de plantas vendidas al año en 65 países!), primer laboratorio que, hace 20 años, comercializó plantas encapsuladas en España y que hoy acapara el 85 por ciento de las ventas de fitoterapia en las farmacias españolas (que alcanzan un total de 250 millones de euros al año). «En países como Alemania, Francia o el Reino Unido, esa cuota supondría casi la totalidad del mercado», señala Olivier Ricq, director general de Arkopharma para España. «Sin embargo, aquí siguen vendiéndose más plantas fuera de la farmacia que en ella, una situación que la actual legislación quiere revisar.» De hacerlo, se evitarían las alarmas en la población que generan las retiradas periódicas de productos `naturales´ vendidos en establecimientos no sujetos al control y las garantías que se exigen a las farmacias y que a menudo se asocian a riesgos serios para la salud. «Las plantas son medicamentos y su lugar de venta es la farmacia, el único establecimiento que garantiza su control sanitario, una composición estandarizada y que ofrece el asesoramiento de un profesional de la medicina», señala Teresa Ortega, vicepresidenta de Infito y profesora de Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid. «A nadie se le ocurriría comprar un analgésico al peso sin el sello de garantía de las autoridades sanitarias.»

Aunque, según la encuesta del Infito, apenas uno de cada diez consumidores de plantas en España las toma por indicación médica, lo que más animaría a los encuestados a utilizar plantas medicinales sería que el médico las prescribiera (el 34,8 por ciento de la muestra). ¿Por qué no lo hacen con más frecuencia? Una explicación es que las plantas no pueden incluir alegaciones, como sí hacen los fármacos. Para hacerlo, tendrían que someterse a los mismos estudios científicos y pruebas de eficacia y seguridad que se exige a los fármacos de síntesis, algo que requiere invertir millones de euros y a veces décadas de investigación. Y como, al revés que los fármacos, las plantas no pueden patentarse, casi nadie aborda esa inversión. Consecuencia: muchos beneficios de las plantas permanecen ignotos o, siendo evidentes por siglos de utilización, no se les pueden atribuir científicamente, por lo que la mayoría de los médicos no recurre a la fitoterapia.

Afortunadamente, una epidemia de curiosidad por las plantas parece ahora medrar entre los investigadores. Universidades de todo el mundo (Harvard, UCLA, Brigham Young, Londres, Moscú...) tienen hoy departamentos de investigación en fitoterapia y ya están publicando estudios sobre sus acciones terapéuticas. Cada vez más escuelas de Medicina empiezan también a incluir la fitoterapia en sus programas. Incluso en España, universidades como la de Barcelona imparten ya cursos de posgrado y másteres sobre plantas medicinales. Como explica el doctor Bernat Vanaclocha, director médico de Infito, «los médicos tenemos una gran responsabilidad en que se practique una fitoterapia racional. Para ello hay que resolver el problema de la formación».

El doctor Walter Willett, profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, lo tiene muy claro: «Los vegetales son complejos paquetes de cientos de sustancias con actividad biológica que las plantas desarrollaron durante millones de años de evolución para protegerse de las amenazas del entorno. Apenas hemos empezado a estudiar la capacidad de esas sustancias para alterar los mecanismos que conducen a la enfermedad. Sin duda, el futuro nos depara muchas sorpresas».

Marisol Guisasola

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