jueves, junio 12, 2008

España contribuye a los desastres ecológicos en los países del sur.

9/12/2007 Edición Impresa CONSECUENCIAS DEL COMERCIO GLOBAL|LOS EFECTOS MEDIOAMBIENTALES. España contribuye a los desastres ecológicos en los países del sur. CATALINA GAYÀ. BARCELONA

Quejarse de que los japoneses exprimen el Mediterráneo, temer por el final del cerdo ibérico porque su legalización en EEUU disparará la demanda y decir que el atún rojo está en las últimas por culpa del mercado del sushi forma parte de esa tradición tan arraigada de buscar la paja en el ojo ajeno. La paradoja es que oenegés y movimientos sociales tanto españoles como extranjeros apuntan que España participa también de ese mercado global agresivo basado en importaciones masivas que a menudo desembocan en la extinción de especies y la muerte de ecosistemas.
En Catalunya, la campaña No te comas el mundo afirma que España es uno de los países "depredadores". Ferran Garcia, uno de sus impulsores, denuncia que el modelo de producción intensiva en los países del sur e importación masiva por parte de los países del norte, entre los que está España, acaba con la seguridad alimentaria de los países productores y genera efectos "gravísimos" en la ecología y en la población.

MAR Y TIERRA
Hay estudios de la depredación española tanto en el mar como en la tierra. Un documento del Observatorio de la Deuda en la Globalización de la Cátedra Unesco de Sostenibilidad denuncia la explotación a la que son sometidos los trabajadores de la industria del salmón en Chile y apunta que este pez nunca había nadado en la costa chilena. Entre las 12 multinacionales que explotan esa industria hay una española, Pesca Chile, propiedad de Pescanova. Otro ejemplo, esta vez terrestre: las importaciones españolas de oleaginosas y de maíz ponen en jaque a los agricultores de Brasil y Argentina y dañan ecosistemas protegidos. Parece que la paja también hay que buscarla en el ojo español.

La campaña No te comas el mundo ha denunciado que Chile practica el "primero hacer y luego legislar". Esto ha creado graves desajustes laborales y ambientales. Un cartel frente a una piscifactoría anuncia: "Aquí trabajamos 115 personas y llevamos 13 días sin accidentes. Récord anterior: 12 días". Numerosos activistas han denunciado la explotación que viven los 400.000 empleados en esta industria. "Quince años después de activarse la industria del salmón, es una de las zonas con mayor pobreza", se denuncia en el documental Ovas de Oro. Esta situación se suma al daño ambiental. Bajo las piscifactorías, se crea una zona muerta como consecuencia del exceso de alimentos y contaminantes que generan las 7.866 hectáreas de jaulas. Los pescadores han denunciado la sobrepesca necesaria para producir las harinas que alimentan al salmón. Por si esto fuera poco, cada año se escapan de sus jaulas entre cuatro y nueve millones de salmones.

LA MUERTE DE LA TRADICIÓN: El maíz transgénico se instala en Argentina
En el distrito de San José, en Catamarca, en Argentina, 15 familias de agricultores luchan por conservar el material genético de las razas de maíz autóctonas. Lo tienen difícil. Las variedades tradicionales de maíz se pierden ante el avance del maíz transgénico, introducido en el 2000, según Greenpeace, de manera clandestina por la empresa Monsanto y liberalizado por el Gobierno en el 2004. El Grupo de Reflexión Rural encabeza una campaña para concienciar de los peligros que este maíz supone para el campo. Argentina es el quinto país productor mundial de maíz. Igual que la soja, el cultivo del maíz transgénico avanza por la Pampa y causa desastres ecológicos y humanos. La siembra directa acaba con el cultivo tradicional y con el sistema rotativo. El uso de herbicidas y plaguicidas se intensifica al ser el maíz resistente al glifosato. Según la FAO, España es el cuarto país que más maíz importa del mundo. Un 85% se utiliza para la alimentación animal y la mayoría proviene de Francia (41%), Argentina (26%) y Brasil (25%).

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