viernes, marzo 14, 2008

Irene Val. Arquitectura bioclimática. Jóvenes extraordinarios con historias que merecen ser contadas

Irene Val, 25 años. Arquitecta verde. Bioconstrucción. Arquitectura ecológica.
El sueño de Irene es que vuela en avión y todo se ve verde allí aba
jo, las cubiertas ajardinadas de los edificios y la vegetación inscrita en las construcciones para aprovechar el aire limpio, dar frescura y vivir con la naturaleza. 
Le obsesiona combatir el cambio climático y crear viviendas con formas orgánicas. Quiere ser arquitecta desde que tenía 10 años, cuando se leía tomos enteros de la revista Integral que coleccionaba su madre. 
A los dos años se quedó sorda profunda a raíz de una enfermedad que la aisló de un mundo lleno de ruido y la convirtió en una persona tenaz y fuerte. 


“A veces veo que soy muy guerrera; me pregunto si podemos vivir en una casa grisácea con dos ventanas pequeñas, muchos cuartos sin luz natural, al lado de calles ruidosas de vehículos. Si no nos volveremos locos con estos edificios horrorosos sin emociones, ni estética, ni confort, ni condiciones ambientales y físico-psicológicas positivas.” 
A pesar de no oír, Irene acabó la carrera con buenas notas y tiene en marcha varios proyectos de arquitectura ecológica con algunos de sus ex profesores de la Universidad Internacional de Cataluña, entre ellos, uno que combina la arquitectura tradicional aragonesa con la moderna y ecológica. 
También trabaja como voluntaria para Ecologistas en Acción y es miembro de Greenpeace. 
“Cuando dibujo proyectos orgánicos y emocionales, me mejora el ánimo y se me quita el aburrimiento.” 
En clase presentaba siempre proyectos verdes, y en la vida diaria hacía como los demás, “siempre quiero hacer como los demás… pero cuando hago proyectos diferentes, me siento independiente y diferente… como si fuera Gaudí”. 
Testimonio recogido por Celtia Traviesas. Foto de Tatiana Donoso

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