jueves, diciembre 20, 2007

Las discográficas graban los álbumes de pop y de rock a mayor volumen y sin matices para adaptarse a los nuevos modos de consumo en móviles o MP3

La industria musical sube los decibelios. Las discográficas graban los álbumes de pop y de rock a mayor volumen y sin matices para adaptarse a los nuevos modos de consumo en móviles o MP3. XAVI SANCHO - Barcelona. EL PAÍS - Cultura - 20-12-2007
"Escuchas discos modernos y te das cuenta de que son atroces. Están llenos de sonido. Nada suena definido. No hay voces, no hay nada de nada". Cuando Bob Dylan declaró esto hace un par de años en una entrevista a la revista inglesa Mojo, no estaba interpretando el papel de viejo sabio gruñón que tan bien le sienta desde hace más de una década. Estaba haciéndose eco de la penúltima víctima artística colateral de la crisis de la industria discográfica. Los discos suenan cada vez más alto y peor, en una guerra en pos del decibelio provocada por el brusco cambio de hábitos de escucha del público y el advenimiento de formatos de reproducción poco serios y nada respetuosos con lo anteriormente conocido como música.
Así, discos de reciente edición, como el debut de Arctic Monkeys, At war with the mystics, de Flaming Lips, o incluso los Greatest hits, de Bee Gees llegan masterizados a unos niveles que llegan a estar cuatro decibelios por encima de lo recomendable.
"El otro día estaba en Ikea y sonó Wilco [banda de raíces norteamericanas, popular por la atención al detalle y a la delicadeza de sus producciones], y casi ni me enteré. Es un disco que no está hecho para sonar en Ikea, pero otros sí, y aun con ésas, suenan fatal", comenta el productor asturiano Paco Loco, propietario de un estudio de fama mundial, por donde han pasado artistas como la islandesa Björk o los británicos Manic Street Preachers. "Recuerdo una vez que estaba en EE UU y le comenté al artista que el sello me pedía que el disco sonara más fuerte. Y él me dijo: 'Ya estamos, prefieren que suene alto a que suene bien... Estamos matando la música".
Nigel Mong, de la revista norteamericana Stylus, es de esa misma opinión: "El sonido es cada vez más alto y más sucio, con menos matices. Está pensado para llamar la atención en un centro comercial o para escucharse en un coche en pleno atasco, no para sentarse en casa con los cascos a apreciar los matices de la música. Lo que han hecho con discos como el de Lily Allen o el último de Springsteen es demencial".
"La música ha perdido todo el misterio. La música es hoy algo rápido y barato, sin ideas. Otro producto cuya evolución viene marcada por las normas del mercado, no por la creatividad y las ideas", apunta Luigi Gino Castaldo, reputado crítico musical del diario italiano La Repubblica. La conversión del rock en algo de perfil mercantilista no es nueva. Puede que se encuentre en su propia idiosincrasia. Lo que sí es cierto es que jamás hasta hoy la industria había sufrido una crisis de identidad tan grande que afectara incluso al sonido de las obras.
"Hay que empezar a pensar en facturar canciones que serán machacadas en formato MP3", recuerda Carlos Narea, productor clásico del panorama patrio y que, como muchos, ha debido optar por montar su propio estudio ante la falta de presupuesto de los sellos para pagar producciones como las de antes. "No es muy distinto a lo que se hacía tiempo atrás. Grababas el disco en un casete y salías al coche y lo ponías para ver cómo se escuchaba entonces. Hoy, la mayoría de la música se consume en un formato que elimina frecuencias y con ello calidad, un formato en el que la cantidad está siempre por encima".
"Nosotros no hemos notado mucho de esto, la verdad", explican en la barcelonesa tienda de discos Revólver. "Sí, es cierto, muchos discos suenan más potentes que otros, pero esto siempre ha sido así. También es verdad que hay remasterizaciones de viejos clásicos hechas sólo para subir el volumen, mientras que las que llegan de Japón sí aumentan la calidad". "Pero, esta calidad, ¿la va realmente a notar alguien con un MP3 en el que caben 30.000 canciones? ¿Para qué demonios quieres 30.000 canciones si en el fondo no te gusta tanto la música?", reflexiona Nigel, de Stylus, entrando, claramente en otro tema.
Paco Loco, por su parte, hace un silencio entre tanto ruido y concluye. "Estaba pensando yo... Mira, no tengo ni iPod ni nada, y si quieres que te diga la verdad, por mucha tecnología y mucha tontería que haya, al final, los discos que mejor suenan siguen siendo los de Dylan o Led Zeppelin en los setenta".

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