martes, agosto 28, 2007

Freakonomics: incentivos y valores

Qué incentivos causarán efectos deseados y por qué. La ciencia económica lleva un tiempo tendiendo puentes a la ciencia de la psicología. En este comercio tienen ambas mucho que ganar. Básicamente, la economía consiste de una panoplia de herramientas de análisis, pero hasta ahora no ha propuesto una explicación de por qué las personas tomamos unas decisiones y no otras. Algunos de los economistas más brillantes están desbrozando ese terreno. Entre ellos, Steven D. Levitt, autor del libro Freakonomics. Este brillante profesor se dedica a explorar el lado oculto de la realidad más próxima, armado de una espectacular capacidad de formular preguntas interesantes, junto con una irreverente manera de aplicar herramientas de análisis. Un poco como los mejores detectives de la serie negra. Para que os hagáis una idea, una de sus preguntas es¿por qué continúan los traficantes de drogas viviendo con sus madres?.

Steven Levitt es muy poco dado a las grandes teorías, así que formula su visión del mundo en solo cuatro puntos:

  • Los incentivos constituyen la piedra angular de la vida moderna, y comprenderlos es la clave para resolver prácticamente cualquier misterio.
  • La sabiduría convencional a menudo se equivoca. Suele estar mal fundamentada.
  • Los efectos drásticos frecuentemente tienen causas lejanas, incluso sutiles.
  • Los expertos de todo tipo utilizan su información privilegiada en beneficio propio, aunque Internet está trayendo la posibilidad de vencerles en su propio terreno.

Gestionar es, básicamente, implantar y aplicar un marco de incentivos. Puede parecer sencillo: si queremos que la gente done sangre, ofrezcamos una recompensa económica por cada donación. Pero las personas somos bichos raros, y las sociedades, sistemas muy complejos. Resulta que allí donde las donaciones de sangre no se incentivan económicamente es donde se presentan más donantes, y más activos. Un modesto incentivo monetario cambia una satisfactoria motivación altruista por una insuficiente motivación monetaria. Y una vez estropeado el marco de incentivos, no basta con dar marcha atrás.
Por eso, algunos nos resistimos a las fórmulas de gestión que se basan en entregar más dinero a los que obtienen más puntos en una evaluación del desempeño. Son varios los problemas a superar, entre ellos el de que si existen incentivos claros, existen incentivos para engañar. Pero el mayor problema es que plantea, entre quien mide y quien es medido, una relación isomórfica a otras relaciones como la de gestor-gestionado, pensador-ejecutor, padre-hijo. Dicho de otra forma, dificulta una relación adulta entre adultos.
Los valores ofrecen una vía más practicable hacia un adecuado marco de incentivos. Estamos dispuestos a donar sangre por el bien de la humanidad. Estamos dispuestos a trabajar bien por orgullo profesional. Levitt no olvida que los valores pueden ser los incentivos más potentes.
La trampa está en que algunos embuten el discurso de los valores en una visión jerárquica tradicional. Si los valores los enuncia la Dirección General para su obligada subscripción por parte de los empleados, no hemos cambiado nada. La cosa es descansar el buen funcionamiento sobre la responsabilidad individual.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este libro (muy ameno de leer incluso para no economistas), tiene un muy interesante blog actualizado diariamente por sus dos autores. Lo encontrarás en la página web del New York Times.

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