martes, junio 20, 2006

Varios diseñadores españoles presentan sus creaciones de moda sin productos tóxicos


ARANTZA PRÁDANOS. Madrid |Faltos de pelaje natural, la ropa nos cubre la "percha", protege del frío y el calor y permite diferenciarnos como individuos, siquiera a primera vista. A la vez, nos pone en contacto a ras de piel con un número insospechado de sustancias tóxicas procedentes de los procesos industriales de fabricación textil.
Plomo, níquel, Cromo VI, arilaminas, ftalatos, FPC´s, alquifenoles y formaldehídos están presentes, entre otros muchos, en tintes, estampados, acabados envejecidos, tratamientos antimancha, 'easy care' (de cuidado fácil), pátinas impermeabilizantes... La lista de productos y sus aplicaciones textiles es inacabable y sus posibles daños a la salud, también.
La mayoría se acumulan en el organismo humano y en la naturaleza y forman un cóctel tóxico de consecuencias impredecibles; de varios de estos compuestos se conoce su potencial cancerígeno y de otros, sus efectos en el sistema endocrino y reproductivo. Los que podrían ser más "inofensivos" son responsables de un creciente número de alergias y afecciones de la piel.
Contra esta realidad se rebela Greenpeace desde hace tiempo y ahora secundan su protesta nombres ilustres de la moda española. Antonio Pernas, Hannibal Laguna, David Delfín, Ion Fiz, Carlos Díez, Jocomomola (Sybilla), Ágatha Ruiz de la Prada, Carmen March.... Hasta 16 modistos y diseñadores, junto a tres pesos pesados de la industria textil y del calzado como Inditex (Zara), Mango y Camper, suman sus voces en defensa de una "Moda sin tóxicos". A la iniciativa se sumaron también reconocidas modelos de pasarela, como Laura Ponte, Martina Klein, Paola Dominguín o Verónica Blume, entre otras.

Eliminar un componente
La campaña arrancó ayer a su manera, subida a una pasarela "verde" donde los creadores exhibieron una colección de prendas libres de químicos peligrosos. Todos ellos suscribieron con la organización ecologista acuerdos para eliminar al menos uno de estos componentes de toda su producción y sustituirlo por otro inocuo para la salud. Camper y Mango, que ya contaban con una política propia de reemplazo de tóxicos, se comprometen a suprimir de forma gradual los compuestos peligrosos en lugar de limitar su uso.
El reto no es menor porque los procesos de producción industrial, en el textil y en otros muchos sectores, son casi siempre 'opacos' y reacios a facilitar los listados de componentes empleados.

"Moda sin tóxicos" se presenta en un momento clave. A finales de este año la UE tendrá que aprobar el nuevo reglamento REACH sobre sustancias peligrosas y se libra un enconado pulso entre la industria química, una de las más potentes de Europa y reacia a dejarse imponer controles adicionales, y las organizaciones ecologistas y plataformas sociales en defensa de la salud pública y el medio ambiente, favorables a una legislación restrictiva y garantista.

Leyes protectoras
La organización ecologista Greenpeace y los grandes nombres de la moda española reclaman a gobiernos y eurodiputados un voto a favor de leyes protectoras. "Ya es hora de que el Gobierno español sea valiente en sus políticas medioambientales. En este caso, en el que además está en juego la salud pública, no puede ser uno de los gobiernos más conservadores de la UE", señaló Sara de Río, responsable de la campaña de tóxicos de la organización Greenpeace.
Cualquier persona convive en el día a día con cerca de 100.000 sustancias químicas presentes, sin que seamos conscientes de ello, en la ropa, el calzado, cosméticos, utensilios de cocina, electrodomésticos, aparatos electrónicos, muebles, pinturas, barnices, etc.
Tres cuartas partes de estos compuestos, sus niveles de seguridad o riesgos potenciales son perfectos "desconocidos" y sus productores apenas si tienen obligación alguna de informar sobre sus eventuales efectos.
Por el torrente sanguíneo de un europeo medio pueden circular hasta 300 sustancias nocivas. Y lo que es peor, este cóctel puede transmitirse con facilidad a los bebés antes aun de abandonar el útero materno, por el cordón umbilical, y luego, a través de la lactancia.

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