martes, julio 26, 2011

No quiero que se fijen en mí los hombres. Cómo hacer que los hombres NO se fijen en mí

No quiero que los hombres se fijen en mí.
"Me disgusta sentirme observada o deseada sexualmente. Me siento incómoda si los hombres me miran al escote o a mis caderas. Un joven me entregó una poesía picante y ardorosa con alusiones a la hermosura y sensualidad de mi cuerpo y me sentí muy mal. ¿Cómo pudo atreverse a expresar su admiración por mí de forma tan directa y grosera?"


Este testimonio fue radiado en un consultorio sentimental en 20
11 en España. Y lo curioso es que parece extraído del programa de Elena Francis en los años 50 del pasado siglo.

La recomendación del experto fue orientada a un apoyo psicológico orientado a un
reforzamiento de la autoestima y a la aceptación del rol femenino y de la inevitabilidad del interés de los varones heterosexuales hacia las mujeres jóvenes y bellas por causas biofisiológicas difícilmente modificables. Evidentemente toda mujer debe dar una respuesta tajante de rechazo ante pretensiones no deseadas de un varón, pero no debe sorprenderse o molestarse por las reacciones normales en el comportamiento de los individuos de la especie homo sapiens, siempre dentro de la cortesía y el respeto.

Para no llamar la atención las mujeres:
1. Se recomiendan vestimentas de tipo monjil: camisas y faldas o pantalones en tonos grises, marrones u oscuros sin colorido ni estampados y zapatos o sandalias toscas.
2. Actitudes hoscas, poco comunicativas y andar con la vista hacia el suelo rehuyendo el contacto visual. Evitar sonreír y moverse con elegancia.

Muchas mujeres musulmanas deciden cubrir su cuerpo con vestidos amplios oscuros y taparse el pelo para sustraerse de las miradas y deseos de los hombres. No es una solución aceptable pues obliga a las mujeres a incomodidades y molestias (especialmente en climas cálidos) y, paradójicamente, aumenta la imaginación y el deseo de las calenturientas mentes lascivas de los varones cegados por la testosterona.
En los países civilizados una buena educación ciudadana y leyes igualitarias laicistas favorecen que hombres y mujeres vistan como quieran y convivan sin molestias de ningún tipo en un clima de tolerancia.

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