martes, octubre 06, 2009

Hacia una agricultura sostenible: la agricultura de conservación

Hacia una agricultura sostenible
La dependencia al petróleo que sufren los agricultores aumenta cada día por el uso de maquinaría pesada y la propia composición de ciertos fertilizantes. Pero existen prácticas agrícolas más rentables y sostenibles. Todavía desconocida para mucha gente, la agricultura de conservación podría ser una solución que diversifica las técnicas para un mejor uso del suelo.

SINC // Adeline Marcos // SINC España (foto: Maíz en siembra directa. Foto: AEAC/SV.)
Desde hace 22 años, a temprana hora de cada mañana Félix Ballarín se ocupa de planificar la plantación de su explotación familiar en la comarca aragonesa de Los Monegros. Este año ha plantado avena y alfalfa, y se preocupa por el seguimiento de la cosecha y los riegos.
La bucólica imagen del agricultor ecológico contrasta con los “tiempos difíciles” que se están viviendo con la subida de precios y la distorsión del mercado. Ballarín sigue siendo “optimista” frente el futuro, la agricultura ecológica ya tiene su reconocimiento y no tiene que buscar su “valor añadido” porque cada vez más personas solicitan sus productos.
No obstante, aunque todavía hay agricultores que, por convicción, educación o edad no aceptan la agricultura ecológica, existen labores intermediarias, como la agricultura de conservación, que protege la estructura del suelo e impide la erosión. Toda la agricultura está afectada por el aumento del precio del combustible, pero la de conservación “no es tan dependiente como la tradicional y se ve menos afectada”, puntualiza el agricultor.
Cuando hablamos de agricultura de conservación nos referimos a la acumulación de técnicas que permiten un mejor uso del suelo y que están “más pensadas en beneficio del agricultor y el medio ambiente que en el propio consumidor”, según el director ejecutivo de la Asociación Española de Agricultura de Conservación (AEAC) e ingeniero agrónomo, Emilio González. Estas técnicas tratan de paliar los efectos perniciosos que las técnicas agrarias convencionales tienen sobre el medio ambiente.

Una manera de luchar contra el cambio climático
La agricultura de conservación se presenta como una opción viable para frenar los efectos del calentamiento global gracias a nuevas técnicas como la siembra directa, el laboreo de cubierta y las cubiertas vegetales. Estas técnicas se utilizan en España desde hace 25 años y permiten a los agricultores aprovechar más sus recursos naturales.
Otro factor: la agricultura de conservación reduce el consumo de energía y el trabajo que conllevan las operaciones propias del laboreo entre un 15-50%, y el rendimiento energético se incrementa entre el 25% -100%. “Se reduce drásticamente la erosión del suelo y los riesgos de contaminación de los ríos por sedimentos y fertilizantes, se emite menos CO2, se fija carbono atmosférico del suelo con lo que se contribuye a frenar el cambio climático”, explican en la AEAC. Especialmente útil en las zonas áridas, las técnicas de la agricultura de conservación evitan la quema de rastrojos y los grandes arados.

Falta información para los agricultores
En España, sólo en el 10% de la superficie cultivable, es decir en 2.500.000 hectáreas, se trabaja con agricultura de conservación; una cifra muy baja si se tienen en cuenta los beneficios que ésta aporta al bolsillo de los agricultores y, sobre todo, a la conservación del entorno. Según los expertos, el principal problema de los agricultores para impulsar estas técnicas es el desconocimiento y la falta de información.
“Casi el 96% de los agricultores que participaron en un programa de difusión de la agricultura de conservación está implantando la siembra directa para sus cultivos”, indica González. Además, en los últimos años se han impulsado medidas europeas de fomento y algunas están ya en la nueva Política Agrícola Común (PAC). En el futuro Europa tendrá una directiva para la protección del suelo, como la que existe ya para la protección del aire y del agua.
Estas nuevas técnicas aplicadas en cultivos herbáceos, fundamentalmente con siembra directa y laboreo de conservación con cubierta, y en cultivos leñosos, con cubiertas vegetales, son promovidas por la Comisión Europea y el Estado español dentro de las medidas agroambientales. Andalucía es, por ejemplo, la comunidad autónoma donde más se están implantando las cubiertas vegetales y, acogidas a un plan de ayudas agroambientales, representan más de 150.000 hectáreas. Se estima además que más de 300.000 hectáreas de olivares que existen en Andalucía son cubiertas. En siembra directa es Castilla y León la comunidad donde más se aplica por encima de 250.000 hectáreas.
Aunque en los diez últimos años se haya pasado de no practicar la agricultura de conservación a tratarla en un 10% de la superficie, la agricultura tradicional sigue predominando en el panorama rural español especialmente impulsado por la concesión de subvenciones.
Según explica Gregorio Blanco, profesor titular de ingeniería agrónoma de la Universidad de Córdoba, “el agricultor puede enquistarse sabiendo que dispondrá de ese dinero y seguirá empleando técnicas más corrosivas, mientras que donde no hay subvenciones es necesario reducir al máximo los costes con técnicas conservacionistas”.

Argentina y Brasil, la referencia
Es el caso de Argentina, un país muy avanzado en estas técnicas ya que no tiene casi subvenciones. “El agricultor tiene que vivir con lo mínimo por lo que su ingenio está muy desarrollado, así como las técnicas conservacionistas”, detalla Blanco.
El magíster en Ingeniería Agrónoma de la Universidad de Buenos Aires, Santiago Lorenzatti, citando al teórico Otto Solbrig en un estudio, afirma que “Argentina posee una agricultura bien desarrollada ya que nunca ha habido una población campesina minifundista clásica”. La agricultura pampeana se fue volcando a una “revolución verde” con técnicas conservacionistas como respuesta a los problemas ecológicos producidos por la intensificación.
Argentina y Brasil son los países que más desarrollan la siembra directa, con casi 16 millones de hectáreas bajo siembra directa en Argentina, según el estudio de Lorenzatti. No obstante, para los próximos años se espera una tasa de adopción de las técnicas muy baja “debido a la comodidad ofrecida por los subsidios por parte de la Unión Europea”, explica el investigador argentino, y añade que las ayudas son “como un freno al cambio”.
A pesar de los numerosos ejemplos argentinos, en España Emilio González insiste en que “las técnicas tienen que adaptarse a las condiciones locales”. Sin duda, para que haya un uso sostenible de los agrosistemas, es imprescindible resolver la disyuntiva entre productividad y medio ambiente.
Creative Commons 25 de diciembre de 2008

Sin aperos de labranza, cultivar puede ser más rentable. El futuro de la agricultura de conservación, con siembra directa y sin laboreo, se analiza hoy en una jornada en Tauste CHUS GARCÍA. Zaragoza

Ahora que se prevé un aumento de la demanda de alimentos en el mundo. Ahora que se exige más que nunca el mimo con el medio ambiente y el cuidado del ya erosionado suelo y el escaso recurso hídrico. Y sobre todo, ahora que los costes de producción agrarios se han disparado al tiempo que se van desplomando los precios agrícolas. Ahora, la agricultura de conservación surge, más que nunca, como una alternativa a la conocida como agricultura tradicional.

En Aragón ya existen unos 200 agricultores -agrupados en la Asociación Aragonesa de Agricultura de Conservación (Agracon), que han optado por este sistema productivo que tiene como principales características definitorias la siembra directa, la rotación de cultivos y la utilización de los rastrojos de la cosecha anterior para cubrir los suelos.

Y ahí están sus ventajas y beneficios. Los explica Diego Banzo, responsable del servicio técnico de Agracon, que detalla que con esta técnica se consigue una mayor conservación del suelo, que éste sea más poroso, que pueda almacenar agua y cedérsela al cultivo, que circule mejor el aire, el agua y los nutrientes y se favorezca el desarrollo de las raíces de los cultivos. "Los rastrojos protegen el suelo del impacto de la gota de lluvia y disminuyen el escurrimiento del agua, por lo que los riesgos de la erosión son menores", explica Banzo.

Si este tipo de agricultura aporta evidentes beneficios para el medio natural, no menos importantes son las bondades que suponen para los productores. Banzo explica que la siembra directa exige una inversión inicial mayor porque es necesario contar con maquinaria específica "que recorta el tejido vegetal y deposita la semilla". Pero tras este desembolso, los productores consiguen mayores rendimientos y la reducción de los costes de producción.

Menos trabajo, menos gastos

"Los agricultores están menos tiempo en el tractor y eso supone ahorro de tiempo y de gastos, por ejemplo, en combustibles", matiza. Dicho en cifras. Según distintos estudios, este sistema productivo puede llegar a reducir entre 18 y 72 euros por hectárea, según la intensidad del laboreo al que reemplace. Además se invierten entre 3 y 6 horas menos de trabajo en cada hectárea, lo que se traduce en una mayor capacidad de trabajo con menos medios mecánicos y humanos. El ahorro de combustible alcanza, recogen los análisis, hasta los 50 euros por hectárea respecto a la agricultura tradicional.

"En un sector acostumbrado a grandes inmovilizados y obligado a invertir mucho en equipos, la agricultura de conservación abarata estos desembolsos. Se tienen menos aperos, pero más tiempo, y más ahorro", explica Banzo.

Con estas características, los agricultores de conservación están haciendo frente a la crisis. "No sería razonable decir que no nos afecta, pero lo cierto es que nadie se ha planteado no sembrar o abandonar, en todo caso se replantean sus costes y no dejar de echarle imaginación", asegura Banzo.

Superficie "conservada"

La superficie cultivada en Aragón utilizando este sistema productivo ronda, según los datos de Agracon, las 90.000 hectáreas, aunque aumentan hasta 250.000 las que utilizan la siembra directa, pero "no todas ellas se pueden calificar como agricultura de conservación porque no cumplen todos los requisitos que la definen", explica el representante de la asociación.

Situadas en Cinco Villas, Hoya de Huesca, comarca de Calatayud, Monegros, Daroca, Ariza y Bajo Aragón, sobre estas 'mimadas' tierras se producen, en secano y regadío, cebada, trigo, colza o girasol, maíz, sorgo, alfalfa y hasta soja, pero también lentejas, guisantes o altramuces. Hay además algunos cultivos leñosos.

Precisamente para analizar el presente y adelantar el futuro de este tipo de agricultura, Agracon organiza hoy en Tauste una jornada, en la que está previsto que acudan 450 agricultores y en la que participarán expertos en este sistema productivo como el francés Frédéric Thomas o el español Vicente Bodas.


La siembra directa como alternativa al laboreo tradicional 17-07-07 José Javier Alonso Mateos. Ingeniero Agrónomo

En este artículo se pretende poner de manifiesto la necesidad de reducir todo lo posible los costes de producción de las explotaciones, para de esa forma ser lo más competitivos posible, especialmente en un momento como el actual, en el que está en crisis el modelo de agricultura subvencionada. Limitar los costes debe de ir acompañado de una conservación y protección más eficaz del medioambiente, por lo que las técnicas de agricultura de conservación y en particular la siembra directa, son una buena herramienta para conseguir ambos fines.

¿Qué es la siembra directa?
La siembra directa o no laboreo, según se establece por parte del Centro de Información de Tecnología de Conservación de los Estados Unidos (CTIC-EEUU) y la Asociación Española de Laboreo de Conservación/Suelos Vivos (AELC/SV) es aquella técnica de cultivo que consiste en no realizar ninguna labor sobre el suelo desde la recolección del cultivo hasta la siembra siguiente, excepto para la aplicación de los fertilizantes mediante inyección en bandas si se realizara. El control de las malas hierbas se lleva a cabo mediante el uso de herbicidas no residuales, realizándose la siembra con sembradoras especiales preparadas para la siembra directa.
De todos los sistemas de conservación aceptados internacionalmente y comentados en el número anterior de CAMPO REGIONAL, es precisamente el que se analiza en este artículo el que provoca mejores efectos sobre el medio ambiente, ya que no se hace intervención alguna sobre el suelo, con las consiguientes ventajas que seguidamente se comentarán. Ni que decir tiene que es una técnica que se emplea únicamente para cultivos anuales y generalmente para cultivos extensivos tanto de secano como de regadío.

Ventajas e inconvenientes
Respecto a las ventajas que provoca la siembra directa frente al laboreo tradicional se encuentra el ahorro de tiempo y ahorro económico al reducir el número de tratamientos, reducción de la erosión del suelo, aumento de los rendimientos del cultivo, aumento del nivel de materia orgánica en el suelo con el paso de los años, reducción de las necesidades de abono, menor incidencia negativa de plagas y/o enfermedades sobre el cultivo, contribución positiva de la agricultura al retener en el suelo dióxido de carbono, posibilidad de trabajar más superficie de terreno y mejor aprovechamiento del agua de lluvia o de riego.
Los mayores inconvenientes pueden derivarse de tratar de iniciarse esta técnica sin apoyo técnico y de la necesidad de utilización de una sembradora de siembra directa, no presente generalmente en las explotaciones agrarias.

Operaciones necesarias
A continuación se va a hacer un pequeño comentario a las operaciones que son habituales realizar si se practica esta técnica. Desde aquí lo que se pretende es ayudar en la reflexión a todas aquellas personas que hayan observado que es necesario el realizar un giro en el método de explotación de sus cultivos, fundamentalmente por el reducido margen económico que les queda por hectárea de terreno tras recibir también la correspondiente subvención actual. Lo que nunca se debería hacer es la realización de la siembra directa o de cualquier otra técnica de laboreo de conservación sin información, sin formación y sin apoyo técnico adecuado, ya que se podría obtener un fracaso rotundo y obtener resultados prácticos que no se asemejan a la realidad si las operaciones se realizaran adecuadamente. Para ello las Asociaciones Provinciales de Laboreo de Conservación existentes en Castilla y León son una ayuda muy importante donde se encuentran los pilares básicos anteriormente comentados y donde se puede recibir todo tipo de asesoramiento para que cada agricultor obtenga en sus explotaciones los resultados esperados en sus inicios.
El comienzo de la siembra directa se inicia desde aquel mismo momento en que el agricultor decide llevar su explotación con esta técnica. Para ello, antes de iniciar ningún tipo de operación, conviene realizar un análisis previo del estado del suelo de las parcelas, fundamentalmente por la posibilidad de existir suela de labor, consecuencia del excesivo paso de maquinaria durante años. Este paso previo es tan importante que obviarlo podría perjudicar notablemente los resultados de la siembra directa. Posteriormente en función de la existencia o no de suela de labor, las operaciones a realizar serán unas u otras, dependiendo también de las características edáficas de cada explotación.
La siembra directa requiere en el suelo la presencia de restos vegetales del cultivo, para evitar la pérdida de humedad del suelo por la incidencia directa de los rayos solares, bien sea por los restos de la cosecha del cultivo anterior o bien por el desarrollo de una cubierta vegetal previa al cultivo. Antes de la siembra, la aplicación del abono de sementera y de un herbicida no residual sistémico es imprescindible para el control de las malas hierbas. La siembra en este caso se realiza con máquinas más robustas que las tradicionales y por tanto más caras, por lo que al no ser rentable su adquisición generalmente en explotaciones pequeñas y medianas, aquí pueden hacer muy buena labor las cooperativas ofreciendo a sus asociados las máquinas y por tanto beneficiándose todos ellos, así como las empresas de servicios cada vez más extendidas por toda la Comunidad. Después, los tratamientos de abono de cobertera, de tratamiento herbicida y la recolección se llevarán a cabo de la misma manera que para el laboreo tradicional, y es en este momento último de la recolección donde hay que pensar ya en el cultivo siguiente, sobre todo en lo relativo al tratamiento de los residuos herbáceos del cultivo.

Conclusiones
El cambio en los métodos de cultivo tradicionales más agresivos con el medio ambiente, es un objetivo principal de nuestros campos si se quiere ser competitivos en una agricultura cada vez más abierta y con menos subvenciones. Para ello, contar con técnicas de cultivo que reduzcan los costes de producción y aumenten los márgenes económicos de los cultivos es una necesidad imperiosa si no se quiere permanecer en el retraso más absoluto. Para ello en nuestra Comunidad, el respaldo de las Asociaciones de Laboreo de Conservación con sus experiencias prácticas y su apoyo técnico, facilitan que nuestros agricultores se decanten por técnicas como la siembra directa mucho más respetuosas con el medio ambiente que el laboreo tradicional.

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