lunes, septiembre 07, 2009

A favor de la energía nuclear. MANUEL LOZANO LEYVA

A favor de la energía nuclear. MANUEL LOZANO LEYVA DOMINGO - 22-03-2009
Consciente de que está abriendo la caja de los truenos, Manuel Lozano Leyva, catedrático de Física Atómica y Nuclear de la Universidad de Sevilla, lanza el libro 'Nucleares, ¿por qué no?' (editorial Debate). Se reproducen aquí algunos fragmentos
Nucleares, ¿por qué no?, de Manuel Lozano Leyva (editorial Debate). Precio: 19,90 euros.
Imagine el lector que coloca un detector de radiación en la chimenea de una central eléctrica de carbón. Después lleva el mismo detector a la chimenea típica de muchas centrales nucleares. ¿Sabe dónde marca más, mucha más radiactividad? Exacto: en la central de carbón. Ha acertado porque ya sabe que en una central nuclear el papel de la chimenea (en rigor una torre de refrigeración) es enfriar vapor de agua y eso es lo único que puede salir de allí. El carbón contiene infinidad de sustancias naturales, muchas de ellas radiactivas, que ni en la mina ni en el almacén de la central se han eliminado. Cuando el carbón arde, aquéllas se liberan.
En los motores de combustión interna de los transportes automovilísticos ocurre algo parecido: aparte de sustancias minoritarias más o menos dañinas para la salud humana, animal o vegetal se expele dióxido de carbono.
Así pues, quede constancia de que los residuos del uso de combustibles fósiles van a parar al aire: ni se concentran ni se tratan. Además, sus consecuencias las sufren no sólo quienes los consumen, sino todo el mundo, porque la dinámica atmosférica se encarga de distribuirlos por todo el planeta.
¿Cuánto duran esos residuos? No se sabe bien, pero las estimaciones más realistas son que la vegetación de hace unos veinte años (antes del nivel de deforestación actual de la Amazonia) tardaría entre 2.000 y 3.000 años en fotosintetizar el dióxido de carbono existente en el aire de aquel momento.
Los efectos de la contaminación por residuos derivados de la producción de energía son variados. El que más preocupa desde hace unas décadas es el posible cambio climático provocado por el calentamiento global que esos residuos gaseosos pueden estar generando por efecto invernadero. La lluvia ácida fue también un temor del cual se dejó de hablar por razones que se le escapan a este autor. Sea real o no dicho cambio climático, sea o no responsable del mismo la espeluznante cantidad de dióxido de carbono que estamos lanzando al aire, lo cierto es que continuar haciéndolo es del todo irresponsable.
El lector, en este punto, tuerce el gesto porque adivina por dónde va a ir el resto del capítulo. Las centrales nucleares no contaminan, sus efectos para la salud son mínimos y perfectamente conocidos, sus residuos permanecen localizados y controlados, el combustible está disperso por el planeta y en, digamos, "mejores manos" que los fósiles (¿se entiende?), se vislumbra una tecnología sostenible, es decir, que las centrales produzcan más combustible del que consumen, etcétera, etcétera y bla, bla, bla. Pues sí, de eso va... (...)
(...) Toda la industria energética consume mucha energía. Piénsese sin ir más lejos en el petróleo: hay que incluir prospecciones, explotación, transporte, construcción de toda la maquinaria implicada en cada fase, y un etcétera tan largo como se quiera. Aún más, no me extrañaría que la industria nuclear sea una de las que más energía exigen. La cuestión es ¿por qué no se hacen esas estimaciones con las llamadas energías alternativas?
¿Ha estado el lector alguna vez al pie de un aerogenerador estándar? La torre en su base tiene un grosor de hierro de muchos centímetros, como no puede ser de otra manera ya que ha de sostener no sólo un peso enorme sino hacerlo estable cuando las palas estén en movimiento. Las inmensas palas también hay que fabricarlas a base de energía. Naturalmente, los cimientos de hormigón han de ser formidables (...) ¿Cuánto tiempo tiene que estar produciendo energía un aerogenerador para compensar la energía que consumió su existencia? (...) Su funcionamiento exige estar respaldado por centrales eléctricas de combustibles fósiles o nucleares. Los ecologistas antinucleares no suelen llamar la atención sobre el hecho de que los aerogeneradores implican, no sólo para su construcción sino para su operación, el consumo extra de energía fósil o nuclear.
La otra alternativa es obviamente la energía solar. (...) Alemania, país nublado donde los haya, es el líder de instalación de generación eléctrica solar, tanto térmica como fotovoltaica, y el único país donde los ecologistas antinucleares han tenido responsabilidades de gobierno. En la actualidad Alemania tiene instalados más de 100.000 sistemas solares (paneles fotovoltaicos y espejos) que ocupan una descomunal superficie (unos 10 millones de metros cuadrados). (...) ¿Qué parte de la energía eléctrica consumida por Alemania el año pasado produjo lo anterior? El 0,5%. ¿Cuánta energía exigió esta extraña "labranza y siembra" de campos y praderas alemanes? Casi nadie lo dice. (...)
Este autor está firmemente convencido de que la ciencia y la tecnología optimizarán el rendimiento del aprovechamiento de la energía solar para producir electricidad. Lo que sostiene es que hay que apoyar firmemente la investigación, no subvencionar la instalación masiva e indiscriminada de lo que hay hoy día. Y, por supuesto, aprovechar al máximo la energía solar como ahorro del consumo, por ejemplo para el agua caliente sanitaria. U otras aplicaciones, pero lo que habría que evitar radicalmente son las instalaciones solares para (supuesta o simbólicamente) generar energía eléctrica.
(...) Con los niveles de seguridad exigidos hoy día, una central nuclear es extraordinariamente cara. Esto es completamente cierto. Se habla de varios miles de millones de euros. Seguramente es así y esas fabulosas cantidades son varias veces mayores que las de una central térmica de, digamos, ciclo combinado. Desde luego, la central finlandesa de Olkiluoto va a salir por una cifra espeluznante. Pero ésa no es la cuestión, porque si no hay grupo inversor que afronte semejante gasto, no se construirá central alguna y ya está. En principio, no hay por qué subvencionar nada. Lo que han manifestado los posibles grupos industriales insistentemente es que no les arredra en absoluto los gastos de inversión, sino la ausencia de un compromiso del Estado y social en cuanto a estabilidad de la energía nuclear.
Éste es el problema real (...) porque hay precedentes. La moratoria nuclear de 1983 la declaró el Gobierno de Felipe González con un precio del barril de crudo brent de 20 dólares y unos tipos de interés del 15%. En 2008 ese precio ha rozado los 150 dólares y el promedio de interés en Europa ha estado en torno al 4,5%. En aquellas condiciones económicas, detener las centrales nucleares que estaban en construcción e impedir que se construyesen nuevas no pareció muy oneroso. El compromiso del Gobierno para resarcir a los grupos industriales que habían invertido en las obras en marcha ya he dicho que fue incluir un canon en el recibo de la luz de todos los españoles por un periodo de 25 años. Eso no es una subvención; pero a lo que íbamos es que nada ni nadie garantiza a los industriales que se vuelvan a detener obras iniciadas costosísimas y a lo peor sin que se les resarza de ninguna manera. (Por cierto, una de las personalidades públicas que abogan hoy por la energía nuclear es el propio Felipe González, o sea, 25 años perdidos y una desconfianza generalizada tanto de los antinucleares como de los industriales).
(...) La energía nuclear puede terminar imponiéndose no por razones económicas, ni siquiera por el cambio climático, sino por cuestiones geoestratégicas. Más claro: puede que llegue el momento en que, sin ir más lejos, los europeos fuercen a sus instituciones democráticas a optar por la independencia energética y dejar de estar en manos de todo gobernante democrático o sátrapa que tenga capacidad de estrangular nuestra economía. Y éstos se cuentan por decenas. (...) Lo que tenemos que hacer nosotros, o sea el resto de la población, es presionar para que instituciones como el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) cumplan con su obligación, que no es otra que controlar a la industria en cuanto a seguridad, transparencia y cumplimiento de toda ley y normativa habida y por haber.
(...) Creo que fue en la década de 1970 cuando Brasil comenzó a utilizar alcoholes procedentes de vegetales (caña de azúcar fundamentalmente) como combustible en sus automóviles. No sé cuánto contribuyó aquello a iniciar la deforestación de la Amazonia, pero quizá no fuera ésta la causa del desastre posterior. Unas décadas después, el asunto se extendió a Europa y muchos países. En las gasolineras se empezó a hacer familiar el surtidor etiquetado con un bonito girasol anunciando que expedían biocombustible. Concretamente, biodiesel.
La materia prima decían al principio que era subproductos agrícolas. Como eso ya no se lo cree nadie, se admite que se cultiva y cosecha para ese fin específico. Además, hay subvenciones. (...) Es demasiado sostener que es criminal llenar los depósitos de unos pocos vehículos todoterreno con combustible elaborado con el producto de varias hectáreas de tierra fértil. Lo que sí me atrevo a sostener es lo siguiente. Los biocombustibles tienen prácticamente las mismas virtudes y miserias que los combustibles extraídos del petróleo. O sea, que se basan en el proceso químico de la combustión: producción de energía por reacción de cadenas moleculares orgánicas con oxígeno del aire, generando dióxido de carbono, agua y otros residuos. Desde un punto de vista ecológico pueden ser más desastrosos aún que las gasolinas y gasoil corrientes, ya que esos residuos son más variados. (...)Es opinión (y esperanza) de este autor que los biocombustibles pasarán pronto a la historia no por razones económicas, sino ecológicas, políticas y judiciales; o sea, que se prohibirán.
El lector puede, con razón, haberse formado la opinión de que este autor ataca todo lo habido y por haber con tal de defender las nucleares. Nada más lejos de la realidad. (...) El consumo de energía es desaforado y desacoplado del aumento de bienestar de la humanidad a partir de cierto umbral mínimo. Además de disminuir y racionalizar el consumo, hay que ahorrar (no es lo mismo) y optimizar la generación y distribución de energía, en particular el modo más accesible a ella: la electricidad. Por otro lado, puesto que la agresión al planeta está siendo tan intensa, hemos de pensar en un desarrollo sostenible, palabra que indica que se devuelva a la naturaleza la energía que se consuma de ella.
Las ideas de aprovechar la radiación solar y el viento son magníficas, pero a la vista de lo dicho hasta ahora, ¿se puede vislumbrar un futuro más razonable para estas fuentes renovables de energía? Sinceramente, creo que sí. Empecemos con la solar. Como se ha dicho, el uso de dispositivos solares para promover el ahorro se considera óptimo hoy día. Por ello, paneles para calentar agua con destino sanitario, climatización doméstica, etcétera. deben continuar extendiéndose y apoyándose desde la Administración. (...) Lo que se ha cuestionado en este libro es la producción de electricidad de origen solar como se hace hasta ahora y la (presunta) picaresca en torno a ella. Una solución es destinar las subvenciones, o al menos condicionar la concesión de parte de ellas, a la investigación. (...)
(...) En cuanto a los aerogeneradores, la opinión de este autor sobre su futuro es diferente de la anterior, aunque igualmente distinta de la dominante. Los molinos, cuando sopla el viento, sí tienen un rendimiento en cuanto a producción de electricidad que no es nada despreciable. Al menos son mucho más eficientes que los paneles solares fotovoltaicos. Lo que ocurre es que están sometidos a muchas dificultades técnicas. (...) Una aplicación magnífica de los molinos de viento quizá sea en el futuro la electrólisis de agua para producir hidrógeno. En lugar de destinarlos a la incierta producción de electricidad, cada molino podría conectarse in situ a una unidad electrolítica que fuera, automáticamente, cargando celdas de hidrógeno comprimido.
(...) Algo seguro en cuanto al futuro de la energía nuclear es que si no se construye ninguna central más, su aportación a la generación de electricidad (el 17% de la mundial en la actualidad) disminuirá de manera paulatina hasta 2020 y en esa década caerá en picado hasta que desaparezca en 2040 aproximadamente. Si se construyen las que están planificadas se llegará a 2060, pero la energía que aporten será una proporción casi testimonial en comparación con las térmicas fósiles siempre que el carbón, el gas y el petróleo aún se puedan utilizar. (...)
(...) La energía nuclear no será la panacea de nada, pero perder la gran conquista científico-técnica que supone y el desarrollo futuro de la misma que se prevé con todo rigor, seguramente es un disparate.
Sin embargo, el furor antinuclear ha sido tan intenso que ha calado en la población de muchos países desarrollados con una fuerza impresionante. Por eso el futuro de la generación de electricidad y otras formas de energía a partir del núcleo atómico es incierto, al menos a corto plazo, porque a largo puede que sea inexorable su recuperación. Me refiero, naturalmente, a los países que la prohibieron, la declararon en moratoria o jamás la desarrollaron. Otros, que tuvieron la visión de desarrollar esa fuente de energía en momentos en que era muy cara, porque el precio del dinero era enorme y el petróleo barato y abundante, afrontarán esas décadas futuras de escasez energética con mayores defensas. Hablamos de Francia, sobre todo, y de aquellos que producen más de una tercera parte de su electricidad con centrales nucleares: Bélgica, Suecia, Suiza, Corea del Sur, Japón, etcétera.

"Decir 'nuclear, no' es lo mismo que decir 'petróleo, sí'". El catedrático de la Universidad de Sevilla presenta el libro 'Nucleares, ¿por qué no?', en el que rechaza la identificación entre energía atómica y derecha política MANUEL ANSEDE - Madrid - 12/04/2009 20:44
Hace más de 20 años, la mujer de Manuel Lozano Leyva (Sevilla, 1949), forrada de pegatinas con el lema Atomkraft? Nein danke! (¿Energía atómica? ¡No gracias!), se encadenaba a los raíles por los que iban a pasar convoyes con residuos nucleares. Ahora, explica, es una ecologista pronuclear. Es un ejemplo, a su juicio, de que se puede, y quizá se debe, ser progresista y estar a favor de la energía atómica. El propio Lozano, catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear en la Universidad de Sevilla, proviene de lo que él denomina "el paleocomunismo nuclear". Militó en la década de 1970 en el Partido Comunista, luchó en la clandestinidad contra Franco y, asegura, es "tan de izquierdas como siempre". Ahora, en pleno debate sobre el cierre de la central burgalesa de Santa María de Garoña, el columnista de Público presenta el libro Nucleares, ¿por qué no? (editorial Debate) para que las opiniones se basen "en la información y el conocimiento y no en los prejuicios e intereses de unos y otros".
"Lo progresista es renovables y nucleares, y nada de carbón, ni de gas, ni de petróleo"

Nucleares, ¿por qué no? ¿Por qué no privarse o por qué no las queremos?
El título es ambiguo a propósito. El libro busca dar información para que cada uno responda esa pregunta como quiera, pero a partir de una información, y no como resultado de una campaña de 25 años de eslóganes a la cual los científicos tenemos la responsabilidad de no haber respondido.

¿Por qué hablan ahora?
Ahora salimos a la palestra porque hay dos elementos nuevos: las pruebas cada vez más evidentes del cambio climático y la constatación de hasta qué punto está empeñada la soberanía del país, y de Europa en general, con la energía. En los últimos años, hemos estado sometidos a un chantaje por parte de Rusia y a los vaivenes de los precios del petróleo. El dilema no es "nucleares o renovables". Eso no es verdad. Yo estoy a favor de las renovables, pero los días siguen teniendos sus noches y el viento sopla cuando puede. Por lo tanto, estas energías tienen que estar respaldadas. O por el carbón, el gas y el petróleo, o por las nucleares. Esto es lo que hay que decidir. Mi opción para el futuro, y creo que es lo progresista, es renovables respaldadas por nucleares. Y, a ser posible, nada de petróleo, nada de gas y nada de carbón.

¿Por qué ser antinuclear parece propio de la izquierda y pronuclear, de la derecha?
La identificación de las nucleares con la derecha ocurre en este país y en pocos más. En Francia, la energía nuclear se ve como el transporte aéreo. ¿Los aviones son de derechas o de izquierdas? La energía nuclear es la única industria que está controlada por el Parlamento. Con esa supervisión estatal y democrática, no veo el carácter derechista de las nucleares por ninguna parte. Algunos dicen que son una herencia de Franco, pero es mentira. La mayoría son un producto de la Transición. En cambio, Franco hizo un gran porcentaje de las renovables: las hidroeléctricas.
"Los antinucleares tienen connotaciones eclesiásticas: razones vacías e intención de meter miedo"

Entonces, ¿por qué en España existe esta identificación?
Creo que hay algunos grupos ecologistas que están erróneamente identificados con la izquierda.

Dice en su libro que criticar la energía nuclear es apoyar, sin ambages, al petróleo.
Sin ambages. Nuclear, no significa petróleo, sí. Los antinucleares están diciendo: queremos petróleo, carbón y gas. Si no, deben manifestar a qué están dispuestos a renunciar. Alemania tiene 10 millones de m2 de paneles solares y heliostatos. Y, con esa superficie, el año pasado produjo el 0,5% de su electricidad. Las renovables producen lo que producen.

¿Y el plan de Greenpeace para producir el 100% de la electricidad con renovables? ¿En qué siglo? En 2050.
Eso es falso. Son extrapolaciones. Es caer en la adivinación, que es lo que hacen los economistas con un éxito nulo. Si no, hubieran previsto la crisis en la que estamos.

¿Cree que el PSOE ha echado cuentas?
El PSOE ha echado cuentas de los balances políticos. El otro día escuché a José Blanco decir que los que quieran nucleares deben exponer en qué pueblos las quieren instalar, a ver si tienen el apoyo de los alcaldes. Eso es una desinformación terrible. Hace poco tuve una reunión con tres alcaldes vecinos de Almaraz. Uno era del PSOE, otro del PP y otro independiente. Están encantados con la central, porque llena sus pueblos de ingenieros y técnicos, reciben un Impuesto sobre Bienes Inmuebles fantástico y su presupuesto es tremendo. Hacen hasta un campeonato de pesca deportiva en el cercano embalse de Arrocampo, porque el agua está un poco más caliente y hay más peces. Ésa es la percepción que tienen los alcaldes. ¿Blanco no tiene ni idea de eso? Pues algunos son de su propio partido.

Entonces, ¿por qué no hablan?
Los alcaldes no hablan por miedo. No dirán nada hasta que lo diga el presidente del Gobierno. ¿Y cuándo lo dirá Zapatero? Pues cuando lo diga Obama. Cuando EEUU diga claramente "nucleares, sí", toda Europa será pronuclear y los alcaldes dirán: "Aquí, aquí, aquí".

Y el posible cierre de Garoña, ¿es un brindis al sol?
Pues sí, sería una locura. Esta energía es muy europea y la han demonizado sin sentido. Los países europeos que tienen más de un tercio de su energía de origen nuclear son Francia, Inglaterra, Finlandia, Suecia, Suiza, Alemania, Bélgica... ¿Son más tontos que nosotros? ¿Les gusta menos el medio ambiente? La oposición contra las nucleares tiene muchas connotaciones eclesiásticas: argumentos vacíos y meter miedo a la población.

Tras el escape en la central de Ascó se dijo que las partículas se podían meter en un bocadillo y comérselo sin riesgo.
Por supuesto que sí, no pasa nada. Yo me lo comería. Y me bañaría en una piscina de residuos nucleares, aunque sin tragarme el agua [se ríe].

También comenta en su libro que la nuclear es de las pocas industrias cuyos residuos no contaminan el medio ambiente. ¿No es una exageración?
En la factura de la luz se puede comprobar que cada español produce una cantidad de residuos nucleares que es un millón de veces menor a la de CO2. Los nucleares están controlados, pero el CO2 va a la atmósfera y dura miles de años. ¿Qué afecta más al medio ambiente?

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