jueves, febrero 19, 2009

Estudio Sociológico Sobre La Separación Matrimonial. César Manzanos Bilbao

La separación matrimonial. Investigación socio-jurídica aplicada

ESTUDIO SOBRE LA SEPARACION Y DIVORCIO. César Manzanos Bilbao

4. CONCLUSIONES SOBRE LA REALIDAD DE LAS PERSONAS QUE SE SEPARAN EN EL PAÍS VASCO(extracto).

4.1 Datos socio-biográficos basicos.

· La gran mayoría de las personas que se separan contraen matrimonio antes de los treinta años.

· Existen tres situaciones bien diferenciadas con respecto a la duración media de los matrimonios que se separan:

- Un primer grupo corresponde a los matrimonios que duran siete o menos años, es decir, serían matrimonios que no llegan a consolidarse. Representan una tercera parte del total de matrimonios que se separan.

- En segundo lugar, la mitad de los matrimonios que se separan en la CAPV son matrimonios que duran entre ocho y veinte años, es decir, son matrimonios duraderos con hijos y con bienes comunes...

- Por último, existe un importante grupo de personas que se separa después de más de veinte años de matrimonio. Este grupo es importante de tener en cuenta por su significado cualitativo relacionado con su edad avanzada y con el hecho de que sea más frecuente en el caso de las mujeres (una de cada cinco de las que se separan son mujeres mayores con más de veinte años de matrimonio mientras que en el caso de los hombres son uno de cada diez).

· la separación matrimonial es un fenómeno que acontece en la etapa adulta de la vida y no tanto podemos identificarlo como un fenómeno característico de la juventud o de la vejez. No obstante, se ha producido un incremento de las separaciones a edades tardías, y éstas tienen una especial transcendencia por las consecuencias psicológicas y sociales que tiene en las personas mayores.

· La edad media actual de quienes se separan oscila entre los 42 y 43 años, siendo también, al igual que ocurría con los años de matrimonio, tres los grupos más destacados: Las personas adultas que se separan y tienen 40 o menos años y que representan una de cada tres; en segundo lugar las personas separadas que se encuentran actualmente en su madurez (cuarentones) y que son casi la mitad de la población de personas separadas y, por último, las personas que son mucho más mayores y están separadas, que son algo menos de una de cada cinco.

· La separación matrimonial es más frecuente en las familias cuyos cónyuges nacieron fuera de la CAPV, sobre todo en mayor proporción en el caso de los hombres inmigrantes. También podemos destacar el hecho relevante del cambio de lugar de residencia de uno de los cónyuges, tras la separación, hacia fuera de la CAPV, en uno de cada siete casos.

4.2. Trayectoria socio-económica y laboral.

· A la luz de los reveladores datos disponibles sobre la principal ocupación profesional de las personas separadas, podemos extraer interesantes conclusiones que nos desvelan una de las más claras constataciones sobre los factores que están en el substrato de éste tipo de conflicto matrimonial: la mayor precariedad en la ocupación profesional, y en relación con ella económica (tal y como veremos más adelante), de la mujer casada con respecto al hombre que le supone una mayor dependencia personal y financiera.

· Las dos terceras partes de las personas separadas contaban con trabajo estable antes de contraer matrimonio, siendo significativamente mayor la estabilidad con respecto a la situación laboral en el caso de los hombres. Resulta mucho más característico de las mujeres la de encontrarse desempleadas o realizando trabajos esporádicos antes de contraer matrimonio.

· Muchas mujeres (casi una de cada tres) abandonan su trabajo al casarse. La proporción de mujeres que si trabajaban estando casadas es algo superior a una de cada tres (37%) siendo por tanto algo menos de dos de cada tres (62%) la proporción de mujeres separadas que durante el matrimonio no trabajaban fuera de casa.

· El abandono del trabajo por parte de la mujer al contraer matrimonio es un fenómeno que ha variado sustancialmente de unas a otras generaciones. Así, podemos observar que en las familias de las personas separadas que hoy cuentan con más de 50 años, es decir, en las generaciones mayores, lo habitual era que la mujer abandonara el trabajo al contraer matrimonio o sino lo hacia en este momento, lo hacía la tener hijos. Solamente una de cada ocho mujeres casadas trabajaban durante el matrimonio. Sin embargo en la generación de personas que hoy tienen entre 30 y 50 años, la proporción media de mujeres que trabajaban estando casadas era de una de cada cinco. Así pues son la franja de mujeres que hoy cuentan entre 30 y 50 años las que menor índice de abandono del trabajo registran al casarse, tendencia ésta más aguda entre los 30 y 40 y que se quiebra debido a la feminización de la pobreza en las generaciones más jóvenes.

· Tras haber pasado por un proceso de separación matrimonial la situación laboral empeora tanto para los hombres como para las mujeres. Esto lo corroboran los siguientes datos:


· La separación matrimonial es un fenómeno que afecta igualmente a todos los estratos sociales y económicos. Sin embargo se dan destacables diferencias entre hombres y mujeres, y también con respecto a la población total:

* La situación laboral y económica de los hombres es más boyante que la de las mujeres, tal y como hemos podido constatar antes, y por tanto, tras la separación el nivel económico actual medio del hombre separado es superior con respecto a las mujeres, si bien, claro esta, algunos de ellos tienen que pagar las pensiones alimenticias y/o compensatorias correspondientes, lo cual merma su economía personal o familiar.

* Podemos afirmar que aunque la mayoría de las familias que se separan pertenecen a estatus económicos medios y bajos, llama la atención la importante cantidad de familias de niveles económicos medio-alto que se separan, lo cual nos permite dejar constancia de la heterogeneidad social de este tipo de conflicto familiar.

· Estos datos nos lleva a reforzar la idea de que la separación matrimonia afecta a todos los sectores sociales y a la población en muy diversas situaciones vitales, si bien en la población más desfavorecida se dan condiciones que impiden que determinados conflictos familiares lleven a la separación, manteniéndose situaciones humanamente insostenibles pero que se perpetúan ante la incapacidad de iniciar un proceso de ruptura.

· Hemos elegido la identificación con el catolicismo por ser la religión que más ha influido en nuestra cultura de corte judeo-cristiano, y en este sentido la que más puede influir en los códigos morales de funcionamiento social. En nuestro caso, las dos terceras partes de las personas que se separan se autoidentifican como católicas. Pero además, resulta aún mayor la cantidad de personas que contrajeron matrimonio por vía eclesial, proporción que asciende a más de cuatro de cada cinco personas. Este dato, unido al anterior es importante de tener en cuenta, puesto que el discurso oficial de la Iglesia Católica ha sido tradicionalmente contrario a la separación matrimonial y al divorcio, lo cual esta en contradicción con la identificación religiosa y con los ritos que practica la población que se separa que podemos inscribirlos mayoritariamente dentro de la tradición cultural del catolicismo.

4.3. Valores y actitudes hacia el matrimonio.

· La gran mayoría de las personas que contraen matrimonio y luego se separan, no tienen una experiencia de convivencia fuera del paso directo de su familia de origen.

· Una proporción muy importante de las mujeres separadas, nada más y nada menos que una de cada tres, no han mantenido relaciones sexuales ni antes del matrimonio ni después. No es así en el caso de los hombres, pues solamente se ha dado esta circunstancia en una proporción de uno de cada quince.

· el matrimonio no podemos identificarlo como el estado civil en el que se da una vida sexual más satisfactoria.

· En la gran mayoría de los casos el motivo principal por el que se contrae matrimonio no es por considerarse éste como un contrato legal necesario para formalizar relaciones íntimas libremente elegidas. Los motivos por los que se contrae matrimonio son de otras índole que nada tienen que ver con lo que desde un punto de vista jurídico es el contrato matrimonial. El motivo más frecuente por el que se casaron fue por costumbre, es decir, por ser considerado como un hábito social que todo el mundo o la generalidad de las personas practican cuando deciden convivir en pareja, y por tanto, al ser lo normalmente establecido en nuestro modelo de orden se convierte en practica obligada. De hecho solamente un 4,5% de las personas contrae matrimonio por considerar necesario un contrato legal regulador tanto de la relación entre cónyuges, como de las consecuencias jurídicas que se desprenden de la separación con respecto a ellos y a terceras personas.

· Las dos terceras partes de quienes contraen matrimonio, dentro de nuestro universo, se caso sin conocer en el momento de hacerlo las consecuencias legales del mismo. Estas personas no se imaginaron que en un determinado momento se produciría un conflicto matrimonial con resultado de ruptura. Este desconocimiento de las consecuencias legales se fundamenta en una expectativa generalizada con las cual se contrae matrimonio: la gran mayoría se casa con la idea de que el matrimonio va a durar todo la vida, y en consecuencia, no se le pasa por la cabeza prevenir cuales pueden ser los efectos de esa separación.

· Tener aficiones comunes, la atracción física y querer tener hijos son las tres cuestiones que las personas separadas valoran como más importantes a la hora de elegir pareja, aunque también en dos de cada tres casos el nivel económico del otro, a la hora de establecer una relación de pareja, lo consideran como un factor importante.

· La percepción más generalizada entre las personas separadas es que la separación matrimonial real está muy por debajo de la potencial, si se dieran otras condiciones que impiden el libre ejercicio de la libertad personal dentro del matrimonio. Así, por ejemplo, tanto hombres como mujeres opinan que muchos matrimonios se separarían si no fuera por las hijas/os, considerando que fue éste uno de los mayores impedimentos para tomar la decisión de separarse.

4. 4. La vida cotidiana en el matrimonio.

· Son en la gran mayoría de los casos núcleos bigeneracionales completos, dándose así mismo un caso de cada diez en los que no han tenido descendencia.

· La mayoría de las familias en nuestra sociedad tienden a tener la vivienda en propiedad y es muy frecuente que la adquisición de la vivienda se plantee en el momento en el que se va a contraer matrimonio por lo que en la mayoría de los caso el régimen de tenencia durante el matrimonio es la de tener una vivienda aquirida con un crédito hipotecario que se va pagando durante años. También resulta frecuente que uno de los conyuges tenga una vivienda en propiedad, normalmente pagándola y que predomine en estos casos la situación de vivienda en propiedad y pagada.

· Las tablas de reparto de las actividades domésticas dentro de la casa son una muestra reveladora del modelo de división sexual del trabajo que se da tanto en el seno de las familias que se separaran, como en el conjunto de las familias vascas. Si en la población total de la CAPV, son el 82,4% la proporción de mujeres que realizan las tareas domésticas en su casa [Emakunde, 1994: 62), entre las familias separadas la proporción es similar, tal y como podemos observar cuando preguntamos sobre quien lavaba la ropa o sobre quien limpiaba la casa, actividades ambas que casi siempre las realiza sólo la mujer. Sin embargo la participación del hombre es mayor en cuestiones que tienen que ver con la gestión del dinero y de la economía domestica.

· En general, parece ser que el hecho de tener descendencia no altera sustancialmente el concepto que del matrimonio tenían, si bien, esto es debido, como hemos podido constatar, a que una idea central con la que se contrajo matrimonio fue la expectativa de procrear, y por tanto, esta disposición e intención estaba implícita dentro del concepto de matrimonio. No obstante, hemos de destacar que, a pesar de ello, una de cada cinco personas manifiesta que sí cambió su concepción del matrimonio, lo cual quiere decir que o bien no tenían clara la intención de procrear en el momento del matrimonio, o bien no creían que supondría lo que posteriormente supuso para estas familias el hecho de tener hijas/os.

· La mujer es la mayoría de las ocasiones la que asume las tareas cotidianas del cuidado de las niñas/os, si bien las versiones sobre quien lo hace son muy divergentes cuando responden los hombres o las mujeres. Aún así, en cuestiones tales como darles de desayunar o comprarles la ropa es la mujer la que realizaba estas tareas.

· En cuanto a los conflictos y situaciones de violencia en el hogar, estos si son frecuentes sobre todo a medida que la relación personal y familiar se va deteriorando. Así el mal ambiente y la tensión en el ambiente familiar afecta a la gran mayoría de las familias, las vejaciones en el seno del hogar se dieron en la mitad de los matrimonios de las personas separadas. Cabe destacar, por su gravedad, el hecho de que el 40.0% de las mujeres separadas afirmen que recibieron malos tratos físicos, y que casi en uno de cada cinco casos, fueran las criaturas las que fueran objeto de malos tratos físicos. En relación con los malos tratos físicos, específicamente los abusos sexuales hacia ellas son reconocidos por el 22.5% de las mujeres, y estos consistieron fundamentalmente en obligarles a realizar el acto sexual en contra de su voluntad, es decir, en violaciones sistemáticas.

4.5. Circustancias y motivos de crisis y separación.

· A partir de la codificación de las preguntas abiertas a las personas separadas sobre los motivos de separación, el primer resultado es obvio: existen muy diversas motivaciones concretas que han provocado la separación y muy diversos factores de crisis:

- La infidelidad es el factor de crisis y el motivo concreto más frecuente de separación, es el factor de crisis el motivo de separación característico en más de una de cada cinco familias. La infidelidad está aquí entendida normalmente como el hecho de mantener relaciones con otra u otras personas sin ponerlo en conocimiento de su conyuge y posteriormente por diversas circunstancias cuando la otra parte lo descubre, procede a tomar la decisión de separarse.

- Casi en la misma proporción, destacan también los malos tratos físicos y psicológicos como factor de crisis y motivo de separación, entendiendo por éstos situaciones muy diversas que se producen sistemáticamente en el seno del matrimonio como son las violaciones sistemáticas, los abusos sexuales a la mujer e hijas/os, los malos tratos físicos consistentes en palizas y castigos corporales a la mujer e hijos/as y en algunos casos al hombre tales como privación de la alimentación, encierro en el domicilio o en una de sus dependencias, entre otras. También se dan muchas situaciones de malos tratos psicológicos como son actitudes de desprecio, vejaciones, etcétera. Dentro de estas situaciones de violencia doméstica, los malos tratos físicos suelen ser los más frecuentes factores de crisis y motivos de separación.

- En tercer lugar un factor de crisis y motivo concreto de separación suele ser el alcoholismo en uno de los componentes de la familia, más frecuente en el hombre. Este factor suele ir asociado a los malos tratos, al abandono del hogar y a los problemas económicos en muchas ocasiones.

- Un motivo específico bastante frecuente por el que se produce la separación es la incompatibilidad de caracteres que muy a menudo va unido a situaciones previas de falta de respeto, incomunicación e incomprensión o a situaciones de indiferencia mutua.

· La gran mayoría de las personas que se separan consideran que la decisión de separarse se produjo tarde o que nunca tuvieron que casarse, y es una de cada tres las que en contrapartida consideran que fue en el momento justo para que no se deteriorara la relación o por producirse un conflicto concreto e incluso, en algunos de estos casos, piensan que fue precipitada.

· Dos de cada tres personas separadas, cuando realizan el balance sobre la separación, consideran que ésta resulta a la larga beneficiosa para las hijas/os. Algo más de un 65% de las hijas/os de las personas que se separan, durante la crisis matrimonial, y tras la decisión de separarse, tienen al menos uno y en muchos casos varios de los trastornos de comportamiento siguientes, por orden de mayor a menor frecuencia: bajo rendimiento escolar, alteración brusca de la conducta, desequilibrios psicológicos traumáticos, retraimiento, absentismo o reacciones agresivas.

4. 6. El proceso judicial.

· En la actualidad, de cada tres separaciones que se producen, dos son de mutuo acuerdo y una es contenciosa.

· Con una gran variación con respecto a los periodos, la media de tiempo que transcurre entre la separación real y la legal, es decir, entre la decisión de separarse y la promulgación de la sentencia de separación, es de 10 meses y este retraso contribuye al deterioro de su relación.

· Aunque la mayoría de las personas que se separan, dejan de cohabitar en el momento de tomar la decisión, si bien no vivian antes ya separadas, destaca la existencia de uno de cada tres casos en los que tras tomar la decisión e iniciar los trámites judiciales, continuan cohabitando incluso, en ocasiones, hasta que se dictamina la sentencia.

· La decisión de separarse normalmente no se toma conjuntamente, sino que es una de las partes, normalmente la mujer la que toma de decisión y la hace explícita, aunque en muchas ocasiones sea el hombre quien haya forzado la situación. Según la reacción del otro o el grado de comunicación que se haya producido en el proceso de conflicto, la decisión de separarse puede ser un factor que contribuya a relajar o a agudizar el conflicto.

· En las tres de cada cuatro separaciones es la mujer la que interpone la demanda, siendo ambos en uno de cada cinco casos y el hombre en uno de cada seis. No todas las separaciones terminan en divorcio. En algo más de una tercera parte de los casos no se va posteriormente a un proceso de divorcio.

· Las personas que se han separado son conscientes de que el proceso judicial no contribuye a solucionar el conflicto de ruptura matrimonial.

· Independientemente de la valoración que hagamos sobre la importancia que tiene el tipo de defensa para hacer valer los postulados de cada parte en el proceso, podemos constatar que la regla general en los procedimientos de separación matrimonial es el recurso a la defensa particular, siendo mucho más frecuente el recurso a la defensa particular entre los hombres que entre las mujeres, lo cual se debe a que en muchos casos estas últimas se ven más abocadas que ellos a recurrir a la defensa de oficio debido a la falta de solvencia económica.

· Existe bastante desinformación sobre los gastos generales que acarrea un proceso de separaciónl. Este desconocimiento contribuye al desconcierto reinante en un momento en el que la judicialización del conflicto.

· Sobre la imparcialidad de la decisión judicial y la agilidad o retraso del procedimiento:

· Dos de cada tres personas consideran que la decisión judicial fue imparcial, y en los casos en los que no es así, la práctica totalidad de las personas piensan que beneficio a la otra parte. Son los hombres quienes en mayor medida que las mujeres se muestran insatisfechos con la equidad de la decisión.

· Sobre la valoración acerca de la rapidez o lentitud del procedimiento, las tres cuartas partes consideran que la decisión fue rápida, mientras que en uno de cada cuatro casos manifiestan que se retrasó excesivamente.

· Las medidas provisionales se establecen en algo más de uno de cada cuatro procedimientos de separación y la media de tiempo que transcurre entre las medidas provisionales y definitivas oscila entre medio y un año.

· Las tres cuartas partes de los abogados realizan funciones de información y asesoramiento ante la constatación del desconocimiento de lo que supone iniciar un proceso de separación para los matrimonios que han tomado la decisión de hacerlo. En uno de cada cuatro casos además realizan tareas de mediación entre las partes, puesto que cuando uno de los cónyuges decide iniciar un proceso de separación, puede ocurrir que la otra parte no esta de acuerdo, se resiste, se niega a hablar con quien pone la demanda e incluso desconoce la decisión de su cónyuge y el abogado interviene como intermediario bien directamente con la otra parte o a través del otro abogado.

4.7. Consecuencias de la separación.

- Solamente una de cada cinco personas que se separan mantienen una relación cordial con su pareja, y son muy pocos quienes mantienen relaciones amistosas con su excónyuge.

- La mayoría de las personas que han pasado por un proceso se separación no se volverían a casar, si bien dentro de este grupo mayoritario en general si cohabitarían con otra persona en pareja pero sin casarse. Las personas que se han vuelto a casar después de disolverse su primer matrimonio, son algo más de una de cada veinte, lo cual indica la escasa proporción de matrimonios en segundas nupcias existentes en nuestro país.

- Tras la separación, la situación personal y familiar de quienes se separan, y el perfil de las nuevas familias que se reconstituyen responde a las siguientes características:

n La gran mayoría de las mujeres que se separan, más de las dos terceras partes, constituyen tras la separación familias monoparentales, y en contraposición la mayoría de los hombres, más de uno de cada tres, pasan constituir tipos de hogar unipersonales, es decir, pasan a vivir solos en otra vivienda distinta a la habitual.

n Solamente en uno de cada veinte casos los hombres pasan a vivir con solos con sus hijas/os y en la misma proporción las mujeres pasan a vivir solas.

n Resulta mucho más frecuente que los hombres regresen al domicilio de su familia de origen, puesto que mientras que en el caso de las mujeres esta situación se da con muy escasa frecuencia (en menos de uno de cada veinte casos), el regreso a la familia de los padres se da en uno de cada cinco hombres.

n También en casi uno de cada tres hombres vuelve a buscar una nueva pareja con o sin hijos, mientras que las mujeres son menos propensas a volver a emparejarse (algo menos de una de cada seis lo hacen).

- Una de cada dos mujeres en el momento de la separación ya se encontraban trabajando (42,8%) o bien no tenían necesidad de hacerlo (5,2%), lo cual refuerza nuestra visión de que es más frecuente la separación matrimonial entre parejas en las que trabaja la mujer o ambos, con respecto a las familias donde solamente trabaja el hombre. No obstante la mitad de las mujeres, al separarse se enfrentan a los problemas de inserción en el mercado laboral, y aunque en muchos casos se ven obligadas a subsistir con las pensiones alimenticias o compensatorias en los casos en los que se establecen, o con alguna ayuda institucional, normalmente tratan de buscar un trabajo. Las principales dificultades que encuentran para ello son el ser una mujer con hijas/os, con lo cual les es muy difícil compaginar su cuidado con el trabajo, y en segundo lugar la falta de experiencia profesional, por lo que en muchos casos tienen que verse obligadas a recurrir a trabajar de empleadas domésticas o en trabajos de limpieza, es decir, en trabajos no cualificados manuales de baja remuneración y consideración social.

- En la gran mayoría de los casos, exactamente en las tres cuartas partes, la guardia y custodia legal de las hijas/os queda para la madre. Esta proporción asciende al 91,3% si calculamos el total eliminando los casos en los que no hay custodia (son uno de cada trece) y los que no contestan. El padre queda con la custodia tan solo en el 3% de las ocasiones, es decir, en algo menos de uno de cada treinta procedimientos de separación, y la custodia compartida se establece tan solo en aproximadamente una de cada veinte resoluciones judiciales.

- En la mayoría de las ocasiones, en más de una de cada tres se queda la mujer en el exdomicilio con las hijas/os, pero se dan también una gran diversidad de situaciones como por ejemplo la liquidación que se produce también en casi uno de cada tres casos. Los casos en los que el hombre se queda en el ex-domicilio es muy excepcional (uno de cada cuarenta procedimientos).

- En la mayoría de las ocasiones, aproximadamente en dos de cada tres procesos de separación, no se dan situaciones problemáticas entre los excónyuges con relación a las visitas o a la forma de educar a las niñas/os. Pero es cierto que casi en uno de cada tres casos si existen problemas y conflictos con respecto a esta cuestión, que muchas veces exigen la intervención judicial.

- Así con respecto a las visitas observamos muy diferentes situaciones que indican la diversidad de actitudes hacia la descendencia mediatizadas por la forma en que la expareja recomponga la relación con la otra parte y con sus hijas/os:

n En uno de cada cinco casos se han respetado las condiciones de las vistas.

n En uno de cada seis casos no se establecieron visitas.

n En uno de cada seis casos el no custodio ha dejado de visitar a sus hijas/os.

n En uno de cada siete casos existía flexibilidad en el régimen de visitas y ven al no custodio cuando quieren.

n En uno de cada ocho casos hay conflicto con las visitas.

n En uno de cada veinte casos las niñas/os "no han querido" visitas.

- En más del 80% de los casos se establece un régimen de pensiones tras la separación, y dentro de los casos en que se establece pensión, en la gran mayoría es solo alimenticia, aproximadamente en uno de cada cuatro casos es alimenticia y compensatoria y en muy pocas ocasiones es solo compensatoria (en uno de cada quince procedimientos).

- El impago de pensiones se produce en más de la mitad de las ocasiones en las que se establece algún tipo de pensión. El impago consiste sobre todo en el retraso frecuente o esporádico, y también, aunque en menor proporción por declararse insolvente o por serlo realmente. En las ocasiones en las que se produce impago, que tal y como hemos indicado son más de la mitad de las ocasiones en las que si se estable pensión, normalmente se denuncia por la vía civil, solicitando la intermediación del juzgado de familia. En una de cada tres ocasiones no se denuncia y en una de cada seis ocasiones se denuncia penalmente.

Motivos para la huelga social general de los transportistas de Mayo de 2008, de César Manzanos Bilbao, publicado en Gara

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