jueves, octubre 09, 2008

El glamour de Mozah. La segunda esposa del emir de Qatar es una 'rara avis' en el mundo islámico

El glamour de Mozah. La segunda esposa del emir de Qatar es una 'rara avis' en el mundo islámico. Tiene influencia y proyección pública, defiende la democracia y se viste de Dior y Chanel. IGNACIO CEMBRERO. DOMINGO - 08-06-2008 No podemos achacar al islam el déficit de libertad y democracia del mundo árabe. La responsabilidad recae directamente sobre los hombros de los Gobiernos de la región, con frecuencia apoyados por potencias extranjeras, cuyos intereses a la hora de gobernar no se corresponden con los del pueblo". No son palabras de una árabe laica y progresista que lucha contra la marea integrista. Quien pronunció estas frases en la Universidad Carneige Mellon de Pittsburg (EE UU) era la jequesa Mozah Bint Nasser al Missned, esposa del jefe de Estado del opulento emirato petrolero de Qatar. Desde hace unos años, la jequesa se ha convertido en una rara avis en un golfo Pérsico en el que los rostros de las mujeres de reyes y jeques son desconocidos para la opinión pública y nunca toman la palabra en público. El personaje es incluso singular en un mundo árabe donde sólo Rania, esposa del rey Abdalá de Jordania, y la princesa Lalla Salma, casada con Mohamed VI de Marruecos, han adquirido un discreto protagonismo. Hace un lustro, el emir de Qatar, jeque Hamad Bin Khalifa al Thani, de 56 años, dejó atónitos a sus súbditos al conceder a la cadena norteamericana CBS una entrevista acompañado por sus tres esposas, que hasta entonces nunca habían aparecido en público, y menos juntas. Una era la jequesa Mozah, segunda esposa del emir y la menos prolífica. Tuvo siete hijos -cinco varones y dos hembras- de los 27 descendientes del jefe de Estado, pero es probablemente hoy día la mujer árabe con más proyección internacional e influencia. Es también la que más dinero público administra. Con parte de los ingentes recursos que proporciona el gas al emirato -la renta per cápita es la más alta del mundo, con 75.900 dólares en 2007-, la jequesa ha impulsado la Fundación Qatar para la Educación y la Ciencia, para modernizar la enseñanza en su país e incluso en el mundo árabe. A su campus de Doha, de 10 kilómetros cuadrados, ha logrado atraer, a golpe de talonario, a media docena de las más prestigiosas universidades de EE UU, como la Georgetown, de Washington, y la Northwestern, de Chicago. "Gracias a que se han implantado aquí puedo estudiar, porque mis padres nunca hubiesen enviado a una hija, aunque sí a los hijos, a una universidad en el extranjero", asegura Salwa, una qatarí de 19 años. Mozah es además la inspiradora del Parque de la Ciencia y de la Tecnología de Qatar, inaugurado este año, que busca captar inversiones extranjeras. Dos multinacionales, Microsoft y General Electric, han sido las primeras en responder al llamamiento. "Con educación y fomento de industrias punteras se esfuerza por preparar al país para cuando se agoten los hidrocarburos", comenta un diplomático. No será inminente. El pequeño emirato posee las mayores reservas de gas del mundo, tras Rusia e Irán. Como toda primera dama que se respeta, le jequesa se ocupa también de obras sociales. El Centro Shafallah es puntero en el tratamiento de niños autistas. Hizo lobby en Naciones Unidas para que la Asamblea General declarase un día mundial del autismo -como ya existe del sida o de la diabetes- y, a finales del año pasado, logró una resolución con una fecha: el 2 de abril. Su actividad más atípica fue quizá el patrocinio, en diciembre pasado, de la asociación entre la ONG francesa Reporteros Sin Fronteras, que estropeó en 2002 las vacaciones invernales de Mohamed VI en los Alpes, y el Centro de Doha para la Libertad de Información. El objetivo es promover la libertad de prensa en un área en la que escasea. No en balde, Qatar es la sede de Al Jazeera, la más independiente de las televisiones árabes excepto cuando se trata de dar cuenta de la actualidad del emirato. Agradecidas por haberles ayudado a poner pie en el Golfo, las universidades estadounidenses invitan a la jequesa a pronunciar conferencias o la nombran doctora honoris causa. Los discursos que allí pronuncia reivindican un islam tolerante, abogan por una democratización y apuestan por un mayor papel de la mujer. "Desde luego, nosotros, como musulmanes, no hemos hecho lo suficiente para demostrar el verdadero espíritu de nuestra religión, que se fundamenta en el mutuo respeto y la justicia social", afirmaba, por ejemplo, en Pittsburg. "El islam ha garantizado siempre todos los derechos de la mujer". "El déficit de libertad para las mujeres es hoy día un déficit de libertad para todos los ciudadanos en el mundo árabe, y no sólo para las mujeres". Estas denuncias se compaginan mal con la persistencia de un sistema político en Qatar, que introdujo en 2003 algunas dosis de liberalismo en su Constitución, pero que prestigiosas ONG como UN Watch tachan de "régimen autoritario". El Departamento de Estado mantuvo, el miércoles, al emirato en una lista negra de 14 países que no luchan contra el tráfico de seres humanos. ¿Quién es la jequesa Mozah? Su biografía oficial tiene algunas omisiones, empezando por la de su edad. Se rumorea que nació en 1958, y de ser cierta esta fecha, los que hemos tenido la oportunidad de verla de cerca nos quedamos asombrados por su aspecto joven realzado por su elegancia cuando viste la abaya, una túnica negra que cubre casi todo el cuerpo, o luce trajes de Dior o Chanel, pero siempre con la cabeza tapada por un discreto hiyab (pañuelo). En Madrid deslumbró en enero, cuando, representando a su esposo, tomó la palabra ante el I Foro de la Alianza de Civilizaciones. Impresionó no sólo por su elegancia, sino porque anunció una donación de 100 millones de dólares para Silatech, un programa que fomenta el contacto entre jóvenes y empresas. Mozah se crió en la pequeña ciudad Al Khor, en el seno de una familia de comerciantes, pero su padre, Nasser Abdullah al Missed, un nacionalista árabe, fue encarcelado a causa de sus ideas y se vio obligado a exiliarse en El Cairo. Allí transcurrió su adolescencia hasta que en 1977 contrajo matrimonio con el entonces príncipe heredero. Siguió, no obstante, estudiando en Qatar y acabó la carrera de sociología. En una de las pocas entrevistas que ha dado, todas ellas a la prensa estadounidense, la jequesa aseguraba humildemente que su labor está inspirada por el emir; pero también fue capaz de tomarle afectuosamente el pelo, en mayo, ante un periodista de la revista Time. "Tú estabas todavía ahí fuera, en el desierto, mientras que mi tribu estaba ya civilizada y urbanizada", le lanzó refiriéndose a sus orígenes beduinos. El jeque soltó una carcajada. El beduino y la hija del próspero comerciante comparten, en todo caso, refinados gustos artísticos. El año pasado adquirieron juntos, en una subasta de Sotheby's, el cuadro White center (yellow, pink and lavender on rose), de Mark Rothko, por la cifra récord de 72,8 millones de dólares, según reveló la revista Art Newspaper, de Londres. También pujaron con éxito por Lullaby spring, de Damian Hirst. Les costó 19 millones de dólares, la cantidad más alta jamás pagada por una obra de un artista europeo en vida. -

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