jueves, enero 04, 2007

El filósofo argelino Mustafá Cherif preparó a Benedicto XVI para Turquía. Cristianismo e Islam tienen mucho en común: "Los monoteístas deben unirse"

"Quise explicar al Papa el verdadero rostro del islam"
I. CEMBRERO - Madrid ElPais Internacional - 26-11-2006

Así explica Mustafá Cherif, profesor de Filosofía de la Universidad de Argel, su objetivo al reunirse en El Vaticano, el pasado 11 de noviembre, con Benedicto XVI, como parte de la preparación del viaje a Turquía, que iniciará el martes.
Fue una audiencia privada, de la que la Santa Sede no informó, que Cherif considera "un privilegio" y que, según recuerda ahora, inició con estas palabras: "Permítame que intente contestar a algunas de las preguntas que su Santidad se puede hacer sobre el islam". Y el Papa le contestó: "Me encantará escucharle". El filósofo argelino, de 50 años, que no es teólogo ni imán, pero que ha dedicado gran parte de su vida y varios libros al estudio del islam, empezó por referirse con tacto al discurso de Ratisbona, que tanto encrespó los ánimos en el mundo musulmán. En esa ciudad de Baviera el Papa recordó en septiembre al emperador bizantino Manuel II Paleólogo, quien sostuvo que Mahoma "solamente trajo cosas malvadas, como su directiva de difundir la fe por medio de la espada". El mundo musulmán se indignó por estas palabras, y hasta un rey moderado como Mohamed VI de Marruecos llamó a consultas a su embajador ante la Santa Sede. Cherif también se irritó. "El Papa consideró que el islam no se apoya en la razón, sino en la violencia para forzar las conversiones", declaraba hace unos días a EL PAÍS. Ante el revuelo no exento de violencia suscitado en el mundo musulmán, Benedicto XVI lamentó tres días después de que se hubiese producido un "malentendido" y recalcó su "respeto por las grandes religiones, también por la musulmana". "El islam es razón", explicó Cherif al Pontífice, según recuerda ahora, "y por eso rechaza las idolatrías, el islam es libertad, el islam es yihad". Pero la yihad, no es la "guerra santa" para imponer la fe, sino la "guerra justa en legítima defensa. Nunca hay que ser agresor y, a la hora de defenderse, hay que preservar a los civiles -sobre todo a los monjes cristianos, a los débiles y también al medioambiente- y ser siempre justos. Después de todo, San Agustín hizo lo mismo". ¿Cómo reaccionó el Papa? "Sonrió complaciente", responde el profesor argelino. "Esta definición de la yihad le pareció como un enfoque saludable que merece la pena ser conocido". "Ni que decir tiene que la inmensa mayoría de los musulmanes la comparten y rechazan la intolerancia, la instrumentalización de la religión por una minoría y la violencia ciega", recalcó el invitado. Animado por la receptividad del Papa, Cherif continuó su alegato: "Le dije que no debemos permitir que 15 años de actuación de una minoría integrista [desde la primera Guerra del Golfo, en 1991] nos hagan olvidar quince siglos de historia común fructífera, aunque con algunos episodios sombríos, de nuestras dos religiones. No digan que la violencia ciega está inscrita en el Corán como nosotros tampoco decimos que la Inquisición figura en los Evangelios. Debemos denunciar juntos la amalgama entre islam y extremismo". En un mundo amenazado por una "secularización desmesurada", católicos y cristianos "somos aliados y no competidores" le contestó, siempre según su versión, Benedicto XVI. "Juntos debemos dar testimonio, con entusiasmo, de la dimensión religiosa de la existencia", insiste. "Necesitamos", precisa, "una relación fraterna y un pensamiento objetivo y crítico". "El Papa rechaza totalmente la lógica del choque de las civilizaciones", asegura el filósofo. Para ayudar a tender puentes entre musulmanes y cristianos Cherif sometió tres propuestas a su interlocutor. La primera consiste en celebrar un coloquio interreligioso, en Roma o en Ginebra, sobre cómo luchar contra el odio religioso; la segunda es apoyar a los grupos de diálogo islamo-cristianos como el que él anima. La tercera idea puede resultar algo más polémica: "Hay que sensibilizar a la comunidad internacional sobre el carácter reprobable de los ataques y ofensas a los símbolos religiosos, como son condenables las agresiones racistas o antisemitas". "Hay que hacerlo como en su día ya se hizo con el racismo y el antisemitismo". "Al finalizar la audiencia, el Santo Padre me dijo que compartía mis preocupaciones y apoyaba plenamente los nobles objetivos recogidos en mis propuestas", subraya el filósofo. Cherif se despidió haciendo un regalo al Pontífice: la reproducción de una carta remitida desde Damasco, a finales del siglo XIX, por el emir Abdelkader (1808-1883), al arzobispo de Argel. Éste le había agradecido, en una misiva, sus desvelos para salvar de la muerte a varias decenas de sacerdotes. El emir le respondió que su iniciativa formaba parte de las prácticas del islam.
¿Cómo se gestó la audiencia? Todo empezó con una carta. Cherif escribió a principios de año al Papa para expresarle su decepción por el relevo del arzobispo Michael Fitzgerald, muy apreciado entre los musulmanes, al frente del Consejo Pontificio para el diálogo Interreligioso. Peor aún, según el islamólogo, el consejo pasaba a depender de otro órgano vaticano dedicado a la cultura y al diálogo con los no creyentes. Y, en su misiva, manifestaba al Pontífice su preocupación ante esta subordinación. "Daba la impresión de que nuestro diálogo era relegado". Después llegó una carta abierta de Cherif "a los hermanos cristianos", que escribió "en nombre del sentir mayoritario de los musulmanes apegados al diálogo y la amistad con los cristianos". Fue entonces cuando el nuncio apostólico en Argel le llamó para comunicarle que Benedicto XVI era "sensible" a sus palabras y quería recibirle.

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